martes, 31 de diciembre de 2013

¡Feliz Año 2014!

Termina un año en el que he aprendido mucho, he conocido a personas valiosas y he vivido experiencias nuevas. He cursado un máster en Barcelona sobre periodismo cultural muy interesante, que ha ampliado mis horizontes laborales e intelectuales, y he tenido la oportunidad de publicar unos cuantos artículos en un medio tan importante como El Periódico de Catalunya, por ejemplo entrevistas a escritores de renombre internacional. Ahora estudio Marketing en Zaragoza y dentro de poco empezaré a trabajar en este sector, que si bien no encuentro tan romántico como el periodismo o la literatura, no deja de ser enriquecedor. En resumen,  si he de hacer balance sería muy positivo.  Para el 2014 tengo ideas, proyectos, ilusiones, sueños, dudas… pero sobre todo mucha esperanza. A pesar del contexto complicado, veo el futuro lleno de oportunidades (y si no las hay, tendremos que inventarlas).
 
En lo que respecta a la literatura, también ha sido un año muy productivo. Estoy a punto de terminar la revisión de mi novela. Después de varios intentos fallidos (los primeros cuando apenas era un niño o un adolescente), por fin ha llegado la hora de aventurarse en el género. Cuando la termine estudiaré la mejor manera de publicarla, ya sea con una editorial tradicional o por mi propia cuenta. Además, en los últimos días he recibido diez ejemplares del libro de Mecenix, que me veis sosteniendo en la foto, por el último concurso en que me premiaron. Aunque se trate de algo modesto, no deja de ser una manera grata de acabar el año.
 
También estoy contento con el desarrollo del blog, aunque siempre se puede mejorar. Quizá ha bajado el número de comentarios, pero aumenta el de seguidores (prefiero llamarlos críticos). De todas maneras, si los lectores tenéis alguna propuesta estaré encantado de atenderos. Soy consciente de que el contenido es bastante heterogéneo, como también lo son mis inquietudes: publico fragmentos de mi novela, relatos, artículos de opinión, crónicas, poemas… y no todas las entradas interesan a todos los lectores. El blog no tiene sentido sin vosotros, así que será un placer escuchar cualquier sugerencia.       
 
Solo me queda desearos Feliz Año y confiar en que sigamos coincidiendo, en este y otros espacios, a lo largo del 2014. 

viernes, 20 de diciembre de 2013

Ensayo dentro de mi novela


Esta entrada es un pequeño experimento. Se trata de un fragmento del ensayo que escribe Ricardo Expósito, el protagonista de mi novela Desconectados, cuya revisión estoy cerca de finalizar después de más de un año de trabajo. En él expone su visión de internet. Aclaro que no comparto todo lo que dice, ya que su punto de vista es más idealista que el mío respecto a la red de redes (aunque también irá evolucionando a lo largo de la novela). Pero lo comparto con vosotros para ver si genera un poco de debate. Sabéis que sobre la red hay opiniones para todos los gustos. Algunos piensan que es la prolongación perfecta de nuestras capacidades, mientras que otros creen que fomenta el pensamiento superficial y perjudica la memoria. Lo único que parece seguro es que está provocando cambios en nuestro cerebro, como analizan en este interesante artículo.
A los que ya estéis de vacaciones, os deseo que disfrutéis de las fiestas. Algunos os llevaréis un regalo mío en forma de libro, porque acabo de recibir 10 ejemplares de la obra colectiva publicada por Mecenix, que contiene uno de mis últimos relatos. Ahora sí, os dejo el ensayo:
"Internet nos da libertad a través del conocimiento que pone a disposición de todos. Refuerza lo colectivo y, rompiendo barreras espaciales y temporales, crea un patrimonio humano invalorable, surgido de la colaboración desinteresada. Proyectos como Wikipedia, que es la enciclopedia más completa de la historia, hacen albergar grandes esperanzas en el futuro.
En internet nadie es imprescindible individualmente, pero todos lo somos en conjunto. La red independiza a la gente y al mismo tiempo la une. Es un sistema abierto donde progresar a través del valor creado. Es el mejor espacio para reclamar cualquier abuso de las autoridades. El poder de los usuarios se multiplica al compartirse en un medio social. Por eso la temen los líderes políticos y las multinacionales. Porque no pueden controlarla.
Lo mejor que se ha inventado contra la soledad, la indefensión y la desgracia es internet. Esa inmensa ventana al mundo ha abierto numerosas puertas a la libertad; ha contribuido a derribar regímenes represores y ha revelado las miserias de gobiernos llamados democráticos. Porque no podemos conformarnos con la “democracia” de Occidente, en teoría la más avanzada. Tal vez lo sea. Quizá muchos países cuyas libertades están más menoscabadas que las nuestras nos tomen como ejemplo. Pero lo que tenemos no es un estado definitivo. Debemos seguir a la cabeza de los cambios sociales y políticos, no conformarnos con lo que hemos conseguido (que en parte se encuentra amenazado) e ir más allá, hasta obtener una libertad auténtica y superar la alienación propugnada por el sistema jerárquico que nos gobierna.
 
Internet es una aliada imprescindible en ese camino. Nos permite comunicarnos más fácilmente y democratiza la información, que hasta ahora siempre había “pertenecido” a las élites. Porque será la comunidad conectada, y no el individuo aislado, la que nos llevará al cambio.
La red de redes ha abierto los ojos de los ciudadanos que los medios tradicionales, controlados por el poder, querían mantener cerrados en su propio beneficio. Internet discute a la autoridad, constituyéndose como un tablero con demasiadas piezas, un paraíso de lo alternativo." 
 
 
Ricardo Expósito Duarte (personaje de mi novela Desconectados)

viernes, 13 de diciembre de 2013

El soñador inútil

Estoy contento porque en los últimos días he podido avanzar mucho en la revisión de mi novela. Ya solo me queda aproximadamente una tercera parte para tenerla lista. Cuando llegue el momento estudiaré la mejor manera de publicarla y espero poder compartirla con todos vosotros. Pero no solo de novela vive el hombre. Hoy os muestro este relato que resultó finalista en el II Certamen “PAX” de Relatos Cortos. De él tuve la oportunidad de hablar en la entrevista que me realizaron en Zaragoza TV (os dejo el enlace por si no la conocéis o si os apetece recordarla). Espero que os guste la historia de este personaje que abandonará la rutinaria seguridad de su casa para perseguir sus sueños.
 
 
 
Cada amanecer es una desgracia. Le torturan los gritos de su familia, en especial su hermano que le azuza desde la litera inferior: “Corre, Miguel, que más vago y no naces. Arriba, dormilón. El sol ya está aquí y tenemos que salir a trabajar el campo.” Su voz ronca, incomprensiblemente alegre, le llega como el zumbido de un insecto que quiere picotearle la cara, la nariz, los ojos. ¡Cuántas veces le ha despertado con sus violentos ronquitos y cuántas mañanas le ha arrancado sus placenteras visiones! ¡Ojalá pudiera apartarlo con un manotazo y volver a sumergirse en ellas!  
En sus sueños, Miguel es poco menos que Dios. Si le apetece volar solo tiene que desearlo. Si quiere que el paisaje se torne jungla procaz, desierto árido, montaña inmensa, le basta con imaginárselo. Si le viene de gusto que le traigan el desayuno y le abaniquen, así sucede. Puede comer cuanto desee, catar los mejores vinos, acostarse con las mujeres famosas que ha entrevisto en la televisión del bar… es como un astronauta que viaja donde le place, con el único límite de su imaginación rural.
Pero esta conciencia onírica tan completa acarrea trágicos despertares. Aun en los momentos de mayor placer (no es raro que se despierte húmedo tras celebrar una orgía o cumplir alguna perversión) en el fondo sabe que lo que experimenta es un sueño, nada más que un sueño. Los demás pueden cortarlo con solo levantar la voz, tocarle el rostro o encender la luz. De hecho, en su ensoñación favorita se queda dormido para siempre con una sonrisa de sublime felicidad, sordo, ciego y paralítico, como muriéndose dulcemente al amparo de la presencia de los otros.
Sus padres no saben qué hacer con él. Ya ha cumplido los dieciocho y debería ser uno de los miembros más productivos de la comunidad, pero no presta atención a las tareas del campo. Confunde el orden de las operaciones y parece atrapado en un mundo diferente y exclusivo. Más de una vez se ha llevado collejas, empujones e incluso puñetazos porque su cabeza resulta antipática cuando está así como torcida, enamorada de su imaginación. Los campesinos se burlan de su aspecto distraído, de sus brazos mustios, de su rostro pálido. Su propio hermano le bautizó con un apodo que se ha vuelto muy popular: el soñador inútil.
Quizá si Miguel aprendiera a leer y escribir traduciría sus sueños al lenguaje de la literatura. Pero en el poblado son todos analfabetos. Él lo es por partida doble, ya que tampoco sabe interpretar las señales de la tierra. Odia la rutina diaria: los mismos rostros sudorosos afanándose en los mismos trabajos repetitivos. Para las labores menos mecánicas se ve obligado a preguntar a sus compañeros, que ya no le contestan enfadados sino en el tono que aplicarían con un retrasado mental.
Mal que bien soporta otro día del verano más caluroso que recuerda. Al anochecer regresa a casa junto a su hermano. La espalda le arde de dolor, apenas consigue andar derecho y su única ilusión es tumbarse en la cama para dormir cuanto sea posible. Cena en silencio esquivando las miradas entre compasivas y reprochadoras de sus padres y corre a la cama con el deseo de abandonarse a los sueños.
Pero no puede. Sus pulsaciones se aceleran y su cerebro se empapa de ansiedad. Agobiado por el calor, tira al suelo la sábana. Se incorpora y mira las paredes de madera como si pudiera verlas en la oscuridad cavernosa. Vuelve a tumbarse. Da una vuelta y otra y otra sobre la estrecha litera. Ninguna posición le resulta cómoda. No tardan en alcanzarle los ronquidos de su hermano, arrítmicos pero persistentes; oye incluso los de sus padres en la habitación contigua. Le cuesta vaciar la mente porque ya está pensando en el cariz que habrán de tomar sus ensoñaciones. Se desarrollarán en la montaña, en un lugar fresco y aislado. Los personajes podrían ser miembros de una tribu exótica, cada uno con un color de piel diferente, altos y bellos. El fuego arderá en una bondadosa hoguera. Contarán historias fascinantes (bastaría con que movieran la boca de forma convincente y él se imaginará lo fascinantes que son). Llegado el momento se retirarán a sus tiendas, dormirán en sus camas mullidas y se prepararán para partir al día siguiente rumbo a un destino incierto e improvisado. Esta vez no sería necesario el sexo, ni siquiera el contacto físico. Estaba demasiado cansado.    
Pero no logra dormirse. Su mente es atravesada por diálogos inconexos, imágenes surrealistas, retazos pictóricos sin sentido, colores que se superponen y se mezclan. Su cabeza hierve, se enfría, vuelve a bullir. Las horas van pasando, el hermano ronca y cada vez se pone más nervioso. Intenta convencerse de que ya está dormido. Se figura la montaña, la hoguera y la tribu; pretende transformar los ronquidos en soplos de viento, en palabras extrañas o canciones místicas. Pero no funciona porque sabe que no es real. Durante el sueño es más fácil olvidarse. Los paisajes y los rostros fluyen por sí mismos y él solo ha de aportar su capricho. Ahora debe dibujarlo todo. Es un esfuerzo agotador e inútil. 
Su hermano pronto se despertará, todos lo harán y él tendrá que levantarse también dejando atrás sus sueños abortados. No se cree capaz de resistir la existencia sin el consuelo que le proporcionan. Toma una decisión repentina. Se levanta en sigilo de la cama y busca su ropa, que ha dejado preparada encima de una silla. Arroja al suelo el pijama con rabia muda, se pone la camiseta, los pantalones y las botas, comprueba que los demás siguen dormidos, sale de su habitación y abre la puerta de la casa.
Afuera aún está oscuro; una brisa acariciante reduce la intensidad del calor. Camina en dirección contraria a los huertos y las calles del pueblo, adentrándose en una zona no cultivada. El terreno es irregular, descendente, serpenteante. No hay senderos prefijados. La única luz la aportan las estrellas y la luna en cuarto creciente. Avanza con las manos extendidas como un ciego, palpando el aire con sus dedos trémulos. Se tropieza con plantas y piedras, se le clavan en el brazo los pinchos de una rama, se resbala por una pendiente y ha de abrazarse al tronco de un árbol para no caer.
De pronto nota el lamido del agua en sus botas. Se ha topado con el caudal de un río casi seco. Sigue su flujo hasta que desaparece. Continúa andando durante media hora con pasos cada vez más seguros y contundentes. El cielo ya se tiñe de rojo. Se sienta en una roca para contemplar el sutil cambio de color. La luz va estirándose en el paisaje, revelando el espacio que le rodea. Se encuentra en el albor de una llanura de límites inabarcables. Mira atrás por primera vez: el pueblo ha quedado oculto tras unas elevaciones del terreno. Su familia debe de preguntarse dónde está. Duda. En ese momento vislumbra una bandada que cruza las nubes espumosas. Se pregunta, inquieto, si los pájaros sentirán un remordimiento comparable al abandonar su nido.
Se obliga a proseguir su avance. Pronto divisa los restos de una casa de piedra. Aún se adivinan los huecos rectangulares de las puertas y las ventanas pero en su interior, donde antes habría camas y mesas, crecen ahora hierbajos y matorrales de secano. Pasea con placer entre las ruinas y palpa los muros parcialmente derrumbados. Calcula que se sostendrán por algún tiempo. Del tejado no resiste ni el esqueleto, de modo que los rayos planean oblicuos dividiendo el interior en una zona de luz y sombra. Busca un rincón en penumbra, aparta unas piedras, dispone los vegetales como almohada  y se echa bocarriba: de inmediato se queda dormido.  
 

viernes, 6 de diciembre de 2013

Desconectados (4)

Hoy quiero compartir con vosotros otro fragmento de la novela que estoy escribiendo. En anteriores entradas publiqué el inicio, que os invito a releer: http://cgamissans.blogspot.com.es/2012/10/desconectados.html
http://cgamissans.blogspot.com.es/2012/10/desconectados-2.HTML
http://cgamissans.blogspot.com.es/2012/10/desconectados-3.HTML


La parte que os mostraré a continuación la he añadido en la revisión (ya solo me queda un 40% del texto aproximadamente). Es la explicación oficial que dan las autoridades para la desconexión global. No convencerá al protagonista, que tratará de esquivar las prohibiciones para seguir conectándose a internet, lo que le causará severos problemas... Como siempre espero vuestros comentarios y opiniones, ya sean sobre el texto, las consecuencias que tendría la desaparición de la red, los efectos que las nuevas tecnologías provocan en las relaciones humanas o cualquier cosa que se os ocurra. Ah, y también busco título para la novela. El provisional es "Desconectados", pero barajo otros como "Apocalipsis digital" o "El club de los conectados".   



 
Con sospechosa sincronización. Con una sonrisa mal disimulada tras la seriedad de sus rostros. Relamiendo una copa de champán con la misma lengua que anunciaba graves noticias. Así es como lanzaron su mensaje al mundo los gobiernos de las naciones más poderosas. Convocaron a los medios de comunicación, que acudieron raudos a la llamada de sus amos. Leyeron un discurso lleno de datos: quinientos millones de gigabytes de información cada minuto. Compraron el nombre (o lo inventaron) de un conjunto de expertos en computación, informática, física, ingeniería. Se esforzaron en vocalizar palabras de difícil comprensión, en especial para ellos: tránsito de datos insostenible, necesidad de una evolución en los protocolos, investigación en tecnologías que permitan una mayor capacidad de almacenamiento digital.

Todos los discursos recalcaban la conclusión de los servicios de inteligencia: internet se había saturado por soportar un exceso de información. Demasiados videos en YouTube, demasiadas imágenes en las redes sociales, demasiados blogs, demasiadas consultas a los buscadores, demasiadas descargas ilegales. Los responsables de la desconexión – venían a decir en nuestra cara – éramos los propios internautas, piratas sin bandera ni frontera empeñados en enterarse de todo al instante, en dar su opinión y compartirla, en robar contenidos y apropiárselos creyendo que el espacio virtual era infinito.

De ahora en adelante – afirmaban los políticos – habría que establecer leyes para garantizar el futuro de la red a largo plazo: imponer límites a la banda ancha y a la barra libre de los usuarios, restringir la conexión como se raciona la comida en época de guerra. Tiempo no faltaría para discutirlo en sesiones parlamentarias. La sobredosis de datos había provocado el colapso y era imprescindible someterse a un régimen radical: el ayuno indefinido. Volvería internet, sí, los presidentes estaban convencidos. Ya trabajaban en ello los mejores especialistas, con ingentes presupuestos a su disposición. Pero costaría años, tal vez dos periodos electorales; lo suficiente para que se retiraran con los bolsillos llenos los actuales dirigentes.



viernes, 29 de noviembre de 2013

Memoria desechable

El hombre que controlara sus recuerdos
tal vez sería el más afortunado de la tierra.
La ternura de los besos,
la armonía del hogar,
el bello paisaje en aquel horizonte,
el dorado fruto del esfuerzo…
¿hay algo que no olvidemos?
 

Me temo que los malos momentos
son más persistentes que los buenos. 
Olvidas cuánto te quisieron,
pero no el dolor que te causaron.
Y el rato que amas justifica,
con demasiada frecuencia,
el odio hasta la muerte.
 
Sospecho que nuestros olvidos
son lo único rescatable de la vida.
Mas no podemos remediarlo:
la mente es un enigma
diseñado para no ser resuelto.




domingo, 17 de noviembre de 2013

El feto que no quería nacer


El día en que debía nacer, el feto decidió que estaba más cómodo en el vientre de su madre. No hubo manera de sacarlo: ni con cesárea, ni suplicándoselo, ni por la fuerza, ni rezando a los dioses hindúes. La madre lloraba desconsolada. Su mayor deseo era acunar entre sus brazos a la criatura que había crecido en su interior durante nueve meses. Pero el niño se negaba a salir y darle el gusto, a ella, a su padre y a la familia que había acudido desde diferentes regiones del país para verlo nacer. Se agarraba a los intersticios del útero con una fuerza sorprendente. Los enfermeras y los médicos (ya había varios que se interrogaban asombrados en torno al lecho) no sabían qué hacer.

El suceso trascendió a los medios de comunicación. Se prohibió la entrada a los periodistas, pero alguno consiguió simular que pertenecería a la legión hospitalaria que se arremolinaba alrededor del insólito caso. Se distribuyeron fotografías a través de internet, aunque no tenían nada de particular: mostraban a una mujer a punto de parir, pero que no paría nunca, como si el tiempo se hubiera detenido en sus entrañas.

Las semanas transcurrieron y el feto continuó su desarrollo. Realizadas todas las pruebas, agotadas todas las argucias para provocar el nacimiento, los médicos se vieron en la obligación de advertir a la madre que su salud correría grave peligro si permitía que su hijo prosiguiera su crecimiento. Los familiares, incluso el padre recomendaron a la mujer que abortara. Eran una pareja joven, podían engendrar otro bebé con la intrepidez suficiente para salir al mundo. Pero la madre se negaba. Decía que prefería su muerte a la de su hijo. Se puso al borde de la histeria, calificando de asesinos a sus padres y a su novio. ¿Cómo eran capaces de sugerir una monstruosidad semejante? Su niño iba a cumplir diez meses dentro de ella y los lazos que los unían eran demasiado fuertes como para que la voluntad humana los deshiciera. Solo la muerte tendría potestad suficiente para separarles.

Ante el pasmo de los galenos, el feto prosiguió su evolución a un ritmo normal. La tripa de la madre, que seguía postrada en la cama cada vez más débil, adquirió el tamaño de un bombo. Su novio le rogaba que pusiera fin al suplicio. Trató de convencerla de que su hijo también sufría, de que su empeño en encerrarse era prueba suficiente de que no deseaba nacer. Pero su pareja insistía en que no era así. Solo esperaba el momento propicio y ella aguantaría cuanto fuera necesario.

Los empleados del centro empezaron a impacientarse. Las camas eran limitadas y había otras personas a las que atender. Solo la madre sabe las presiones que hubo de soportar para no poner fin a la vida de la criatura. Las resistió todas. 

Cuando el feto había cumplido dieciséis meses, la mujer realizó un esfuerzo supremo. Consiguió levantarse de la cama, ir al baño y después a la cafetería del hospital. Las miradas de pacientes y acompañantes se pegaron a su tripa monstruosa (con el tiempo llegó a acostumbrarse a que nadie la mirara a los ojos, sino al rostro o al cuerpo invisible de su hijo). Pidió el más sustancioso de los platos combinados y comió para él con delectación, acariciándole a la vez que se metía en la boca un trozo de jamón o de huevo frito, sin prestar atención a las caras boquiabiertas ni a los murmullos congregados a su alrededor.

A partir de entonces bajó cada día a comer por su propio pie, tambaleándose, sujetándose a las paredes, derramándose en los bancos si sentía próximo el desfallecimiento. A veces su pareja o sus familiares la acompañaban, pero poco a poco se fue quedando sola, pues todos creyeron que había perdido el juicio. Su hijo la aplastaba cada vez más, andaba encorvada bajo un peso terrible, tardaba diez minutos en levantarse de la cama. Los enfermeros la ayudaban con un desdén admirativo o una pena contradictoria.

La ropa de embarazada dejó de servirle, de modo que tuvo que caminar desnuda por los pasillos. Su avance suscitaba gritos y exclamaciones de horror. Mucha gente, tomándola por una aberración de la naturaleza, torcía el gesto ante su desgraciado andar. Pero ella no se rendía. Pidió que le prestaran tablas de ejercicios y trabajó su cuerpo sin descanso. Ningún sacrificio le impediría soportar su carga. Cuando el cansancio la vencía, cerraba los ojos y hablaba a su hijo. Le decía que lo amaba, que podía salir porque ella lo cuidaría toda su vida, que no debía tener miedo. El niño respondía con silencio y lágrimas.

A los dos años de su concepción, el tamaño del feto era definitivamente excesivo. En el hospital cuidaban de la madre por caridad. Le administraban fármacos tranquilizantes y la ataban a la cama para impedir que intentara levantarse, pues más de una vez se había golpeado la cabeza contra el suelo dejando un reguero de sangre. A los vómitos, mareos, fiebres y delirios que eran su tormento diario había que sumar las patadas y golpes que le propinaba su hijo, pues a medida que ella se inclinaba sin remedio, arrodillándose poco a poco ante las limitaciones de su naturaleza, el feto se volvía más enérgico. Se movía con mayores bríos, agitando brazos y piernas con tanta fuerza que los médicos estaban convencidos de que la madre no resistiría una semana más. En realidad llevaban anunciando su inminente fallecimiento durante meses, pero a juzgar por sus convulsiones y las dificultades con que respiraba parecía que esta vez no se equivocarían.        

Pero ella conservaba la esperanza. Recibía cada patada de su hijo con una sonrisa porque consideraba que era una señal de que estaba a punto de salir. Antes de que la madre expirara, los médicos intentaron forzar de nuevo el parto. Lo único que lograron fue extremar el apego del feto, que había dilatado el útero de tal manera que ya solo restaban de él algunas partes membranosas esparcidas sin control en los órganos colindantes.

La desesperada tentativa agotó las pocas fuerzas que sostenían a la mujer. Cuando recobró la conciencia vomitó sangre por toda la habitación, sus miembros temblaron como en un baile demente y sus estertores se oyeron en las camas vecinas con una tenebrosa expectación. Antes de que sus latidos se detuviesen, pudo oír un susurro vacilante que ascendía desde su abdomen hasta su corazón: “Mamá, ya salgo”. 

viernes, 8 de noviembre de 2013

Poeta contra poeta


¡Oh, qué versos tan tristes y tan bellos!

No cabe duda, leyéndolos:

la mujer que te abandonó,

poeta,

era pérfida como la parca,

más traicionera que el fuego

que avivó solo para que te abrasaras.

 

Ah, pero nos falta el testimonio

del otro lado de la cama.

¿Será tu amor tan puro,

tu dolor tan inmerecido

como el poema que escribiste

procura demostrar…?

 

Permite que lo dude,

poeta.

Conozco a los de tu calaña,

pues entre ellos me encuentro.

Y sé que usamos las palabras

con motivaciones insospechadas.

 

 Poemas preciosos se escribieron

desde el rencor más egoísta;

metáforas supremas nacieron de cloacas sentimentales.

Presuntuoso poeta,

déjame decirte que, muchas veces,

tus propios versos no mereces.

martes, 29 de octubre de 2013

Retorno al pasado


Esta entrada se titula "Retorno al pasado" por doble razón. Por un lado, es el título del relato que adjunto a continuación y, por otro, supone volver a este género literario que tenía abandonado en el blog. Como sabéis estoy inmerso en la revisión de mi novela. Hoy he terminado el cuarto capítulo, pero aún me queda la mayor parte del trabajo, que es tan exigente como apasionante. Quiero quedar  satisfecho con el resultado antes de decidir cómo voy a publicarla. Ahora no escribo nuevos cuentos porque estoy centrado en la novela, pero entre la primera escritura y la revisión sí redacté varios. Este es uno de ellos. Espero vuestras opiniones, que últimamente los comentarios se hacen un poco de rogar :)
 
Abre el buzón y recoge la factura de la luz. No está seguro de poder pagarla. Desde que le han echado del trabajo, sus reservas económicas se están agotando a gran velocidad. Va a subir a su piso (en realidad ni siquiera es suyo, y tampoco sabe si pagará el alquiler) cuando descubre un papel arrugado en una esquina del buzón: “Maestra en adivinación con larga experiencia en los misterios de este mundo y los sucesivos”.  

En la etiqueta figura una dirección, un nombre y la cara de la futuróloga. Es una mujer joven – o lo fue en alguna etapa anterior del mundo –, de piel oscura y sonrisa apacible. Se sienta en la escalera, con la factura en una mano y la etiqueta en la otra. No tiene ningún plan interesante. Además viene de una entrevista de trabajo que le ha salido tan mal como para disuadirle de subir al piso, encender el ordenador y buscar otro empleo en Internet.

Cree que necesitaría un psicólogo más que una adivina, pero sospecha que estas son más baratas, o al menos más fáciles de despedir. Vuelve a mirar su etiqueta. La mujer es atractiva, si se corresponde con la imagen. Se fija mejor en su nombre: Alika Makemba. Le suena africano. Tal vez se trate de un apelativo artístico. Deja la factura en el buzón y sale a la calle. A pesar de su fuerte sospecha de que todo en ese anuncio es falso, una curiosidad irracional lo dirige a la dirección que indica. 

En pocos minutos llega al portal. Vacila. ¿De verdad va a pulsar el timbre, entrar en casa de una desconocida y confiar en que le revele su futuro? Es más, ¿verdaderamente desea conocerlo? Si la futuróloga es competente, lo más probable es que le diga lo que ya predice: que le espera una mala época. Si es una mentirosa y procura animarle con halagadoras perspectivas, se irá sin pagarle un céntimo. No necesita de la caridad psicológica de nadie. Sin embargo, quizá le venga bien charlar con una mujer de aspecto exótico que al menos simulará cierto interés en él. De todos modos no va a salirle caro, porque solo lleva cinco euros en la cartera.        

Presiona el timbre. La respuesta se demora. Está a punto de volverse cuando una voz pronuncia muy despacio, sílaba a sílaba: “Adelante”. No recuerda haber oído en su vida un acento parecido. Aunque, ahora que lo piensa, nunca ha hablado antes con una africana. Sus razonamientos le sorprenden, como si necesitase creer que aquella mujer es joven, africana y capaz de adivinar el futuro.

La entrada se parece mucho a la de su bloque: el buzón a la derecha, enfrente el ascensor y a la izquierda las escaleras. No le apetece realizar el menor esfuerzo físico, así que aguarda al ascensor a pesar de que solo debe subir dos pisos. La futuróloga vive en el 2º B, igual que él. Solo se da cuenta de ese detalle cuando ve el número delante de sus ojos. Empieza e envolverle una indefinible bruma, como si no estuviera seguro de encontrarse allí realmente. Se considera una persona cuerda que distingue la realidad de la ficción y el sueño de la vigilia, pero duda… Aunque no esté soñando, tal vez repite una acción concebida en un sueño que no recuerda. De lo contrario, no se explica que haya dirigido sus pasos hacia esa casa. Él nunca ha creído en la adivinación ni en nada que se le parezca. Ni siquiera está muy seguro del signo zodiacal al que pertenece.  


Transcurren un par de minutos hasta que la puerta se abre. Allí está la mujer del anuncio, quizá no tan joven pero por debajo de los cuarenta, atractiva y misteriosa. Tiene los ojos negros, la sonrisa blanca, los labios pintados y las facciones suaves. Había imaginado que portaría collares, monóculos, amuletos y toda clase de atavíos, pero su aspecto es normal, tal vez algo provocativo: lleva una camiseta roja un poco escotada y unos pantalones vaqueros. Se le pasa una idea por la cabeza, pero la descarta de inmediato. 

Balbucea unas palabras. La mujer lo ve tan dubitativo que le coge de la mano y le conduce al salón. Es una estancia reducida en la que unos muebles desgastados y un sofá rojo parecen ocupar casi todo el espacio. Alika Makemba le sugiere que se ponga cómodo y le ofrece café o té. Le extraña la sencillez del ambiente: ni bolas de cristal, ni velas que despejen las nieblas del futuro, ni cartas con prodigiosas cualidades. En realidad la iluminación proviene de la puerta de la terraza, abierta por completo. Nada resulta muy distinto de su piso de alquiler, salvo la ausencia de televisión. Incluso el tono azulado de las paredes es similar. Sin embargo él da tumbos de entrevista en entrevista, mientras ella (deben de tener la misma edad) se dedica a enviar tarjetas y ofrecer sus servicios proféticos. Se pregunta por qué, de forma tal vez retórica.

La futuróloga da unos pasos hacia la cocina – separada del salón por unas cortinas blancas – para preparar dos tazas de café. Él espera a que regrese sentado en el sofá. No sabe hacia dónde mirar, ya que no hay muchos objetos a la vista. Así las cosas, se fija en ella sin demasiada discreción. Es alta y de espaldas anchas; su pelo rizado le ciñe la cabeza y la nuca como un jardín caótico. Siente el impulso de marcharse sin dar ninguna explicación. No se decide porque sería una huida. No tiene nada que hacer allí, pero tampoco es necesario que huya. 

Alika se sienta en una silla enfrente de él, deja el café en la mesa de cristal agrietado que los separa,  extiende un folio y le pregunta su nombre, su profesión, sus aficiones… Toma notas que escribe en alfabeto árabe. Él no quiere hablar. Apenas dice un par de generalidades, sin revelar que lleva seis meses en el paro. De repente Alika cierra los ojos, se arruga en una expresión de esfuerzo físico y pronuncia poco a poco las siguientes palabras, de un modo que parece inexorable:

-Te despidieron del trabajo hace unos meses. Tu esposa te abandonó hace más de un año. Os conocisteis cuando erais universitarios. Ella trató a un estudiante en esa misma universidad, se enamoró y se fue con él.

No sabe si irritarse o asombrarse. Ni siquiera le había mencionado su matrimonio. Supone que su acierto habrá sido casual. Además no está seguro de que el amante de su esposa fuese un universitario, aunque ella le había asegurado que era muy joven. Alika toma un sorbo de café y continúa.

-Estudiaste Derecho en la facultad. Tu verdadera vocación es la literatura.

-Un momento. Yo hace mucho que no escribo.

-Pero sigue siendo tu vocación.

Ahora su disgusto es indudable. No puede admitir que una desconocida exprese tales aseveraciones. Sin embargo, su enfado no le impide percatarse de que ha adivinado su antigua dedicación a la escritura, basándose solo en su tímida declaración de interés por la literatura clásica.   

-Tomaste la decisión de abandonar la escritura cuando comenzaste a trabajar en un bufete de abogados. Tus padres murieron al poco tiempo. Unos dos años después de tu matrimonio, tuviste una aventura con otra mujer de la que te enamorarse. En general, siempre has renunciado a tus sueños por lo que te parecía más seguro o correcto.

La charla se está volviendo tan inaceptable como inquietante. Se jura a sí mismo que si se equivoca claramente en una sola afirmación, se levantará y se irá. Pero Alika no añade nada. Se limita a mirarle con una expresión de curioso desprecio. No aguanta más. Se pone en pie y le acusa, colérico:

-¿Qué clase de adivina eres? Solo has hablado de mi pasado. ¿No se supone que deberías decirme lo que va a ocurrir con mi vida a partir de ahora? 

Alika sonríe con suavidad. Su boca parece casi estática, pero el chorro de su voz empapa al abogado.  

-Mi especialidad es adivinar el pasado. El futuro cambia constantemente con cada decisión, con cada pensamiento, con cada broma del azar. Incluso puede desaparecer en un segundo. Solo lo que ya ha acontecido es invariable, y por tanto resulta susceptible de ser atrapado. No sé si tienes futuro. Sin embargo, sé lo que va a ocurrirte a partir de ahora. Sacarás tu cartera del bolsillo y me entregarás un billete de cincuenta euros.

lunes, 14 de octubre de 2013

La osadía del arte clásico


Una escuela que reivindique la tradición artística, sin perder las conexiones con el presente ni la capacidad de innovar: es lo que pretende ser la Academia de Arte de Barcelona, que se inauguró el día 19 de septiembre en la Calle María Auxiliadora, en el barrio de Sarriá.

El director e impulsor del proyecto, Jordi Díaz Alamà, es un joven pintor y dibujante que ha ganado ya premios de relevancia. Entre ellos, el concurso Figurativas 2011 organizado por la Fundación de las Artes y los Artistas y el Museo Europeo de Arte Moderno (MEAM), que también ha contribuido en la fundación de la escuela.    

La academia está concebida para estudiantes que sientan la llamada del arte como algo vocacional, no como un simple pasatiempo. De hecho, el curso completo tiene una duración de tres años y pretende erigirse en alternativa a los estudios universitarios de Bellas Artes. Se trata de una iniciativa novedosa en España que ha atraído a alumnos y profesores de otras partes del mundo. Se impartirán lecciones sobre dibujo, pintura y escultura (tanto tradicional como digital), además de una amplia variedad de seminarios y cursos más breves. Las clases comenzarán el 30 de septiembre en un ambiente lleno de arte, ya que cuadros, esculturas y dibujos de estilo clásico (muchos de ellos obras de profesores) enmarcan los pasillos de la escuela. También se pretende que el espacio funcione como exposición y sirva para impulsar la carrera de los estudiantes.    

La filosofía sobre el arte que se transmite es una apuesta por el realismo “que siempre vuelve, mientras otras modas pasan”, asegura Jordi Díaz. Ahora bien, también puntualiza que el objetivo no es “ser academicista ni repetir a los maestros porque los motivos cambian”. Uno de sus cuadros expuestos en la escuela materializa muy bien sus palabras. En él se autorretrata ataviado de manera muy clásica, con un libro antiguo en las manos y una bolsa de comida rápida y una lata de refresco a sus pies. El contraste provoca perplejidad en el espectador y mueve a reflexionar sobre el modo de vida contemporáneo.

El espíritu también lo resumió Terra Chapman, otra de las profesoras, al afirmar que ellos enseñarán “la gramática del arte”, para que el alumno pueda decidir por su cuenta lo que desea expresar, ya que no tiene sentido “transgredir las normas sin conocerlas”.  También componen el profesorado Roser Masip, Xavier Dènia, el propio Jordi Díaz y el ilustrador Conrad Roset, entre otros.

Al acto de inauguración asistió el director del MEAM, José Manuel Iniesta, que destacó la vigencia de la metodología renacentista y del taller como centro de investigación y experimentación. Por ello le resulta paradójico que la apuesta por los orígenes del arte se haya vuelto un modo de ir en contra de la norma. Aseguró que “los maestros de los artistas que empiezan siguen siendo pintores como Caravaggio”, lo que explicaría la juventud de los profesores y alumnos que protagonizarán la actividad de la academia.

El Conseller d'Empresa i Ocupació, Felip Puig, fue el representante institucional en el acto. Ensalzó “la valentía de emprender” del equipo y la intención de trabajar en las aulas “con disciplina y método, sin olvidar el futuro representado por el mundo digital”. Aunque no pudo prometer ayudas económicas, sí declaró que contarían con “apoyo sentimental” por parte del Govern.     
 
La inauguración congregó una asistencia notable. En el ambiente había una mezcla de efervescencia juvenil y cansancio por todo el trabajo que ha costado poner en marcha la academia. Las botellas y las bandejas se vaciaron rápidamente mientras el público descubría las diferentes estancias de la escuela. Su éxito deberá medirse con la perspectiva del tiempo, pero ilusión, talento y juventud no le faltan a este proyecto para  asociar todavía más intensamente el arte con la ciudad de Barcelona. 

 
 


jueves, 3 de octubre de 2013

Joanne Harris, escritora: "Ser o no un best seller es irrelevante para medir la calidad literaria"

 
Joanne Harris (1964, Yorkshire) es una de las escritoras más leídas del mundo, sobre todo a partir del éxito de su novela “Chocolat”, adaptada al cine con Juliette Binoche y Johnny Deep como protagonistas. Su última obra, "El perfume secreto del melocotón", narra la vuelta a Lansquenet de Vianne Rocher, protagonista de la saga. En ese pueblo francés imaginario (o no tanto) el ambiente se ha enrarecido desde la llegada de una amplia comunidad musulmana, lo que nos dio pie a conversar sobre los conflictos culturales que, por desgracia, sacuden el mundo con tanta fuerza. También hablamos acerca de diversos temas literarios en un hotel muy british de Gran Vía de les Corts. Hace unos días se publicó la entrevista en El Periódico de Catalunya. Aquí os ofrezco una versión más extensa.
 
 
¿Sorprenderá a sus lectores la evolución de los protagonistas en su última novela? El libro es un viaje de autodescubrimiento. Vianne Rocher afronta sus demonios internos de modo distinto cada vez, hasta que poco a poco va descubriendo quién es en verdad. También evoluciona como madre a medida que crecen sus hijas. El cura, por su parte, sigue siendo estirado y poco simpático, pero ha aprendido lo que es la marginación al perder su supremacía en Lansquenet. Eso le ha hecho ser mejor persona.
 
¿Cuánto hay de usted en el personaje de Rocher?  Tanto como en el resto de personajes y menos de lo que la gente suele creer. Nos parecemos en nuestra faceta de madres pero no en otros aspectos.
 
La gastronomía ha sido una constante en tu obra literaria. ¿Cree que es el mejor puente entre culturas? Es el más sencillo de tender y sirve para iniciar la comunicación. Lo he experimentado en carne propia porque, cuando empecé a interesarme más por el mundo musulmán para escribir la novela, hablé con la directora de una escuela y la forma de abrirse ante mí fue invitándome a comer.
 
En la novela aparece una mujer cubierta por un velo integral. ¿Qué opina de su uso? Supone una barrera psicológica al tapar la cara de la persona, lo que en contexto occidental se interpreta como deseo de excluirse de los demás. Creo que la prohibición por motivos políticos sería un error, pero lamento que algunas mujeres los lleven por presiones ajenas.
 
¿Es la religión islámica machista en su base? Como todo texto religioso, el Islam ha pasado por una larga serie de reinterpretaciones. No hay nada misógino en sus textos originales, que son respetuosos con las mujeres y benignos en líneas generales. De hecho, la Torá, el Corán, el Antiguo Testamento… están muy cerca en términos objetivos. Pequeñas diferencias han creado enfrentamientos innecesarios.
 
¿Cuál es la mejor manera de promover la convivencia entre culturas? Es difícil saberlo, pero convivir sin dialogo no es suficiente. Habría que encontrar un equilibrio entre la confluencia de diferentes culturas y mantener la individualidad de cada una. Pero algunos grupos temen que si se mezclan con las otras se degrade la suya. La tecnología y la comunicación modernas provocan un mayor contacto y hay gente que no está psicológicamente preparada para ello, se sienten amenazados. También existen creyentes muy devotos para los que sugerir una evolución de la religión es entrar en  terreno pantanoso. La inseguridad y el miedo dificultan un diálogo abierto.
 
Volviendo al terreno literario, ¿cuáles han sido las lecturas que más le han marcado? Cada libro te enseña algo, aunque sea lo que no debes hacer. Por eso es importante leer géneros y temas variados. Existen diferentes motivaciones: el interés del argumento, el atractivo del lenguaje, la identificación con los personajes… Si el lector pone más esfuerzo, quizá el libro se le revele en su verdadero valor. En cuanto a los autores, Víctor Hugo, Nabokov, Ray Bradbury, Julio Verne… son algunos de los que más me han influido, a los que siempre me gusta volver y encontrarles nuevos sentidos y enseñanzas.
 
Algunos de ellos fueron muy vendidos. ¿Están los best seller de hoy infravalorados por las élites culturales? El estatus de best seller es casi irrelevante para medir la calidad literaria. ¿Qué es lo que convierte a un libro en el más vendido? Puede ser una campaña de marketing, la fuerza de una historia universal, algún componente original que llame la atención… Algunos críticos tienen una actitud muy despectiva con los lectores, ya que vienen a decir que la gente es estúpida por leer lo que lee, mientras que ellos poseen un gusto superior.
 
¿Qué consejos le daría a los escritores que empiezan?  Muchos se paralizan pensando que ha de llegarles la inspiración, cuando lo primordial es practicar y leer de todo. También es importante hablar con la gente porque, en general, para un escritor los otros son más interesantes que uno mismo.
 
¿Qué piensa de la irrupción del e-book, que entre otras cosas ha permitido a muchos noveles publicar por su cuenta? Es una gran oportunidad para escritores y lectores, ya que antes era muy caro autoeditarse. En la red es más asequible y existe un gran público potencial. Ahora bien, hay autores independientes que se muestran hostiles con los que seguimos publicando por la vía tradicional. Algunos ofrecen sus libros gratis para conseguir lectores. Difunden la idea de que todos deberían serlo y que los editores ya no son necesarios, lo que me parece peligroso. Se olvida que una obra en papel es resultado de un trabajo en equipo. Los libros, el cine, la música… en general tienen un precio razonable para el esfuerzo, tiempo y talento que requieren. No sueles plantearte el precio elevado de una comida o bebida en un lugar de moda. ¿Por qué sí hacerlo con las obras artísticas?
 
 

lunes, 23 de septiembre de 2013

Mi entrevista en Zaragoza TV

  
Hoy se ha publicado en YouTube la entrevista que me propusieron para Zaragoza TV, que se emitió en la capital aragonesa el pasado viernes.  Forma parte del programa “Todo incluido”, dedicado al ámbito de la cultura. Comienza en el minuto 2:12 y se prolonga cinco minutos. 
 
 
 
 
Estoy muy contento por haber tenido la oportunidad de hablar de mi obra en televisión. Es la primera vez que aparezco en el medio y supongo que eso se nota, pero creo que no ha estado mal, aunque necesariamente sea el pequeño resumen de una conversación que duró más de media hora.
 
En la entrevista leo fragmentos de uno de mis últimos relatos, que no he publicado ni siquiera en el blog. Como sabéis ahora me estoy dedicando a la revisión de la novela (además de trabajar en la sección cultural de El Periódico de Catalunya). Pero antes de empezar las correcciones me di unos meses para concretar varias ideas de relatos que tenía en proyecto. Dos de ellos han recibido premios, así que estoy bastante contento. Tampoco descarto compilarlos en lo que sería mi segundo libro de cuentos después de Juicio a un escritor.
  
Sigo disfrutando con la narración breve, que seguro retomaré tarde o temprano.  Pero ahora siento que es la hora de intentarlo con la novela. Me estoy esforzando mucho y confío en que en unos meses se noten los resultados. Entre unas cosas y otras me está costando más mantener activo el blog, pero seguiré publicando ya sea relatos, artículos del periódico o lo que se me ocurra. Gracias a todos los que me leéis y me animáis a seguir escribiendo y espero que os guste la entrevista.
 
 
 

lunes, 16 de septiembre de 2013

Mi próxima publicación se cocina en Mecenix


Mientras sigo a la espera de que se emita la entrevista que me realizaron en ZTV (se ha retrasado por motivos ajenos a mi voluntad), os traigo noticias sobre el concurso literario organizado por Mecenix, del que fui ganador en la modalidad de narración breve. Gracias a este certamen publicaré mi relato El concurso imposible”, que formará parte del libro publicado por Mecenix, junto a los otros ganadores y finalistas del concurso cuyos nombres podéis ver en la imagen. En mi cuento trato el tema de los premios literarios desde un punto de vista irónico y con un toque de humor. Creo que divertirá al lector y más de un escritor se sentirá identificado.  
 
Mecenix es un proyecto joven que está especializado en la edición de libros. Su sistema se basa en el micromecenazgo, pequeñas aportaciones de voluntarios que permiten la impresión de los ejemplares. En esta edición están garantizados un mínimo de 130 ejemplares destinados a los autores (estaré encantado de regalar los diez que me corresponden). Que el libro llegue más lejos depende de vosotros.
 
De momento se han recaudado 158 euros gracias a la aportación de 11 mecenas. En función del dinero que se ponga se recibe un número mayor o menor de ejemplares, siendo la aportación base de 12 euros, lo que da derecho a un ejemplar que se enviará sin cargos a los mecenas de la península. En este enlace os dejo la información completa sobre el libro (que se publicará en noviembre) y sobre el concurso: http://mecenix.com/i-concurso-de-narracion-breve-i-micronarracion 

Tanto si os animáis a realizar una aportación como si contribuís a difundir el proyecto, os estaré muy agradecido. ¡Un abrazo y hasta pronto!