Quién necesita la tierra
si existe el mar,
inmenso y calmo,
donde cualquier conflicto se diluye
en la espuma de las olas,
y las minucias humanas
pierden su significado.
Quién necesita la tierra
si existe el mar,
inmenso y calmo,
donde cualquier conflicto se diluye
en la espuma de las olas,
y las minucias humanas
pierden su significado.
En el Día del Libro de 2023, publico mi nuevo libro de relatos Ironía onírica, ya disponible en Amazon en papel y en formato digital. Compuesto por veinte #cuentos breves de temática y estilos diversos, es mi primera incursión en el género desde 2018. Pueden leerse de forma independiente, pero hay varios temas que los unen, como la influencia del mundo de los sueños o los enigmas de la escritura. Otros cuentos incluyen elementos de ciencia ficción o de fantasía, a menudo abordados con un toque irónico.
Ironía onírica es mi tercer libro de relatos, y el sexto en total. Estoy muy ilusionado por seguir compartiendo nuevas historias. ¡Ojalá te animes a añadirlo a tu biblioteca! 😉
Casi todos mis escritos son en
prosa. A la poesía le tengo mucho respeto. Sin embargo, he aquí un pequeño
intento:
Soy mero espectador de las
ruinas del sueño
en que mi propia vida yace,
como un espectro despojado
de su propio reflejo.
De la conciencia huyó mi
cuerpo,
volando en una órbita
incólume
ante la irrevocable fuerza
de la geometría.
Los huracanes de la lógica
dejan mi corazón en llamas.
Emponzoñan la sangre de mis
arterias
y estallan los cráteres de
la melancolía,
bombas privadas de su
pólvora.
Si pudiera dictar orden
en el caótico concierto de la mente,
quizá me atrevería a dirigir
un soplo
hacia sonora nube incandescente.
La terminé en 2019. Muchas cosas han sucedido desde entonces, pero el espíritu que me animó a escribirla sigue vigente. Y creo que ha llegado su hora. No de morir, sino de nacer: porque un libro solo vive cuando está ante los ojos del lector.
Maldita vocación es una novela atípica, incluso para mí. Es la tercera que publico y, por el momento, no estoy escribiendo otra. En cierto modo, me vacié en ella. Aún sigo esperando que un nuevo aguijón me impulse a combatir la página en blanco. Quizá sea mejor así. Quizá a todos nos venga bien un poco de "blanco" antes de reemprender la marcha.
En cualquier caso, hoy es un día luminoso para mí porque ve la luz mi quinto libro. En él trato temas como la noción de éxito en la sociedad, las vocaciones, los fracasos y cómo nos revolvemos ante ellos y seguimos adelante. Para ciertos lectores, puede que se trate de una novela de superación; para otros, todo lo contrario. Yo no soy nadie para juzgar.
Pero me estoy liando. Tal vez mi músculo literario esté atrofiado y protesta cuando intento darle uso. Por centrarme un poco, dejo aquí la sinopsis:
"Maldita vocación es una novela con tres personajes de ámbitos muy diferentes cuyas pasiones se han convertido en sueños quebrantados. Alberto quiso ser escritor desde pequeño. Publicó varios libros, pero no ha escrito nada nuevo en diez años. Candela llegó a ser una de las mujeres más rápidas del país. Sin embargo, su carrera en el atletismo quedó truncada por las lesiones. Ahora lidia con la maternidad y la precariedad laboral. Héctor es un arquitecto exitoso, pero sus proyectos distan mucho de lo que concebía cuando decidió dedicarse a una profesión tan exigente.
Los protagonistas deben aprender a reinventarse: la realidad nunca coincide con los planes perfectos, y sus vocaciones los llevarán por una senda inesperada."
Bueno, es una manera de resumir de qué va esto. El libro no es muy largo (cerca de 50.000 palabras), pero tengo la esperanza de que te diga algo, te sacuda aunque sea unos centímetros, te acelere las pulsaciones por lo menos un instante. Y si no, qué se le va a hacer. El intento habrá valido la pena de todos modos.
Estos son los enlaces donde puedes adquirir la novela:
Si decides comprarla, me encantaría conocer tu opinión. Con sinceridad, como le hablarías a tu mejor amigo. Porque, entre escritor y lector, siempre se crea un vínculo especial.
El año que desterró la alegría
de los rostros,
celebrándose en cuarentena
la fiesta de los necios.
El año en que se condenó a los
jóvenes
como verdugos del futuro,
y se volvieron insensatos los
abrazos,
encuentros y romances.
Cuando se enquistaron los odios
sumergidos
y los cráneos se hundieron
buscando amaneceres.
Cuando señalaron por la ventana
a niños tristes
y agredieron a hombres sin
máscara
que paseaban por la calle.
Las palabras se convirtieron en
ladridos,
las miradas en balas,
los bares en infiernos verdes,
las plazas en testigos mudos.
El miedo se tornó ley,
el amigo en conocido
y en hostil el extraño.
Este año que podría durar un
siglo,
cuyos días rebotan mórbidos
en la garganta de la noche.
Este año que no termina nunca…
¡Maldito 2020!
Ojalá se derrame en el olvido
como una pesadilla leve.
Acabamos de nacer y sin saberlo
somos ya esclavos de por vida.
Prisioneros de nuestros genes,
de nuestro hogar,
de la nación cuyas miserias
heredamos sin culpa y sin
remedio.
Nuestra existencia es una desigual
batalla contra las cadenas
que nos atan al cementerio de la historia.
A las promesas del trabajo
o las nieblas del amor
sucumbimos en vano.
La única verdad se halla en
la muerte,
que concede sin falta a su
palabra
la tan ansiada paz del cuerpo y
del espíritu.