La peor tristeza es aquella que se ha insertado en nosotros de tal manera que ya casi ni la distinguimos de un estado normal del ánimo. Es aquella de la que nada puede aprenderse y que se ha vuelto parte de la rutina. En cambio, una tristeza puntual puede ser un faro que alumbre nuestro interior.
Al fin y al cabo, como enseña Rilke con brillantez y profundidad en sus Cartas a un joven poeta, http://www.librosenred.com/TriviaRegalos/1a2s3d4f/6515-Cartas%20a%20un.pdf es en su interior donde cada ser humano graba su destino, y donde debe buscar las respuestas que necesita.
En vez de eso, la mayoría de mortales nos dedicamos a olfatear confusamente en el exterior, lo que nos sitúa a completa merced de la intemperie y del azar. Lo que llamamos oportunidad es con frecuencia un señuelo que no sabemos reconocer. A diario nos sobrevuelan cientos de señuelos, algunos con verdadero atractivo, que nos alejan de nuestro centro. Pocos comprenden a los sabios solitarios que se recluyen y se escrutan a sí mismos con sinceridad, sin miedo a encontrar joyas envenenadas u obsesiones ocultas. Porque puede uno visitar cada país del planeta, pero nunca conocerá todos los rincones de su mente.
No sé si hay una persona en el mundo completamente feliz, pero si existe tal vez esté tan vacía por dentro como las arcas del Estado. Yo no quiero la felicidad del salvaje ni la del ignorante. Lo que busco es una felicidad ilustrada, si bien creo que tampoco existe. Pero es de sobras conocido que lo esencial es la búsqueda, no los resultados que arroje.