lunes, 31 de julio de 2017

Prosa poético-veraniega


Se suceden las novelas y todavía no he escrito nada. Apenas la primera letra de un bosque en el que me pierdo como un náufrago.

El sentido de lo que escribo es la permanencia del cambio. El desvarío de una palabra que no tenía pareja de baile en el festival del diccionario y se puso a escribir libros para desahogarse.

Hemos olvidado el esfuerzo de lo manual. Cada palabra es una penitencia extraña, cada frase un desfallecimiento súbito.

Alcohol, chocolate y escritura… tres placeres traicioneros que se vuelven en tu contra. Aunque el chocolate es el más noble.


La extrañeza es una sensación continua que me asalta y me despelleja sin contemplaciones. El viento quiere que pase página. El chocolate desea testimoniar su presencia en el papel. Pero a mi me gustaría seguir escribiendo para siempre en esta misma página, que por desgracia se acaba.

Tal vez no sea capaz de escribir sobre las cosas que de verdad me importan. La escritura es un acto de fe que no cree en divinidades. Si escribir me da pereza, ¿estaré perdiendo mi vocación? Hemingway estaba convencido de que, por encima de todas las borracheras, permanecían los recuerdos importantes. Yo no lo tengo tan claro. Mis palabras son ramas secas que se desmoronan ante el rugido del viento.  

¿Qué demonios significa ser escritor? Quizá el día que lo comprenda podré dormir tranquilo, sin mayores pretensiones que sentir los latidos de mi corazón. En todo caso, la vida vale la pena. Los suicidas son autómatas que desfilan en una pasarela macabra para los filósofos.

Busco a la vez la excitación y el ensimismamiento. Me adelanto a la letra siguiente. Empieza mi figura a reflejarse en el fondo de este vaso. Veo misticismos por todas partes. Me los invento y digo que son míos. La pereza y el aburrimiento tal vez sean las verdaderas fuerzas creativas, la necesaria contención en este lío y el imprescindible acicate para los comienzos.

El único viaje importante es el espiritual. Mover el cuerpo carece de sentido. Las debilidades de la espalda son una cordillera que escalo en monopatín. He añadido la música a este cóctel que, de tanta efervescencia, se queda en un intento fútil de evanescencia. Quisiera poder hacer música con el tintineo de un boli.

Lo único seguro es que beberé de la copa que me regalaste hasta apurar la última gota. Beberé aunque ya no quede nada más que el recuerdo del deseo, el olvido cerniéndose sobre nosotros como un manto de estrellas disecadas.

miércoles, 12 de julio de 2017

Después de "Duermevela", ¿ahora qué?


Tras participar en la Feria del Libro de Calatayud como escritor y pregonero y presentar mi novela Duermevela en la librería LibrUp, toca darse un descanso veraniego y un periodo de reflexión. Gracias a todos los que acudieron y se interesaron por mi obra. Para quienes vivan en Barcelona o alrededores y no pudieran asistir a la presentación, Duermevela seguirá disponible en LibrUp (Calle del Roselló, 361). 



Aunque nunca abandono por completo la escritura, la estación del calor no es la mejor época para empezar nuevos proyectos literarios. A veces hay que dar un paso atrás para tomar impulso. Por ahora tengo que meditar sobre la conveniencia de editar un nuevo libro de relatos y dar un poco de forma a la que debería ser mi próxima novela, que girará en torno a la idea del éxito que predomina en nuestra sociedad. Espero que sea una historia con varios personajes profundos, con sus vidas enlazadas de algún modo, más coral y menos centrada en la evolución de un único personaje protagonista. Me gusta que cada uno de mis proyectos, además de diferir en su temática, también estén estructurados de forma diferente. Así trato de mejorar como escritor y asumir nuevos retos. 

Si me llega la "inspiración" (palabra gastada donde las haya) publicaré alguna entrada este verano. Y si no, os deseo a todos que disfrutéis de las vacaciones y que no os consuma el calor.

¡Un abrazo!