En esta entrada me
gustaría que comentarais vuestros gustos de lectura. ¿Preferís a los autores
clásicos o a los contemporáneos? ¿Os apasionan las novelas o los relatos
breves? ¿Tenéis algún género favorito? Si
también se os ha inyectado el dulce veneno de la escritura, ¿quiénes os sirven como referencia sin opacar vuestra creatividad?
Son preguntas cuyas
respuestas no están claras en mi caso, ya que procuro que mis influencias sean
eclécticas. Recuerdo que cuando empecé a escribir solía imitar el estilo del
autor que estaba leyendo en ese momento, lo que no es, desde luego, una
práctica recomendable. Ahora me gusta leer variado, desde poemas hasta
ensayos incluyendo todos los ropajes de la ficción. Me apasionan los clásicos, son una apuesta segura. Novelas como Los Miserables, Crimen y Castigo,
El lobo estepario, cualquier obra de Shakespeare o relato de Borges me inspiran
a la vez que provocan mi admiración. En cambio no suelen seducirme los best
seller, a los que encuentro repetitivos y simplones (con salvedades y sin
prejuicios, ni hacia los libros ni hacia sus lectores que tienen todo el
derecho a ser entretenidos por sus sagas y sus tramas llenas de acción).
Pero me parecería un
error limitarse a los clásicos y cerrar los ojos a las nuevas hornadas de
autores, cuyo estilo es quizá menos sublime pero más acorde con los tiempos que
vivimos. Dado que ellos no poseen el respaldo de los años que han dado
esplendor a las obras de sus “mayores”, y puesto que la crítica tradicional
se halla en crisis, estoy más que abierto a vuestras sugerencias de lectura.
Se le atribuye a Bob Dylan
la afirmación de que solo existe una canción y que todo lo demás son versiones.
Tal vez podría decirse de igual modo que solo existe un libro universal, pero
por fortuna las maneras de leer son infinitas. ¿Cuál es la tuya?
Hoy os voy a hablar un poco de música. Decía
Nietzsche que, sin ella, “la vida sería un error”. Bien podemos decir que se
trata del arte más universal, como afirmaba en este poema que publiqué en
noviembre de 2011: http://cgamissans.blogspot.com.es/2011/11/escucha.html
Las conexiones entre la literatura y la música son, por otro lado, incontables. También en la escena del rock and roll (basten algunos ejemplos). Son miles las canciones imperdibles que forman parte de nuestro patrimonio cultural. Pero como no se puede hablar de todas, he escogido Wind of Change del grupo alemán Scorpions. Aunque se trata de una banda de hard rock, esta canción tiene un claro componente sinfónico, en especial en la versión que adjunto, que fue interpretada junto a la Orquesta Filarmónica de Berlín:
Los
motivos por los que Wind of Change me
parece una obra tan especial son numerosos. Podría hablar de la riqueza de
matices que proporcionan los instrumentos, de su feliz protagonismo compartido
y la armonía que emana el conjunto, de la bella combinación de forma y fondo o
de la pasión con que canta Klaus Meine, su compositor. Pero destaco el estado
de ánimo que genera entre quienes la escuchan. Los silbidos del vocalista
generan una energía nueva, una esperanza en que el mundo se convierta en un
lugar más habitable donde todos seamos hermanos, como dice la letra llena de
poéticas reminiscencias.
Wind of Change fue compuesta en 1990,
poco después de que cayera el muro de Berlín que mantuvo el mundo bipolarizado
durante décadas de temores gélidos, de conflictos que amenazaban con provocar
una conflagración global. En su empeño porque Wind of Change no conociera fronteras, Klaus Meine la cantó en ruso
y en castellano.Su
éxito fue inmediato en muchos países (número uno indiscutible en Europa en 1991
y número 4 en Estados Unidos), demostrando que la música popular puede alcanzar
la categoría de obra intemporal.
El
mensaje de la canción caló tan fuerte que, más de treinta años después, la
banda aún en activo la interpreta en cada concierto. Porque, por desgracia, los
vientos de cambio presagiados por Meine no consiguieron despejar todas las
amenazas para la paz en el mundo. Pero
su música no ha perdido la magia de incitarnos a soñar.
Es
una pena que entre los grupos actuales no abunden los músicos comprometidos,
para los que subirse al escenario y tocar un instrumento significa algo más que
producir un sonido y recibir unos cuantos billetes. Y eso que les sobran
motivos para mostrar su furia reivindicativa: la injusta crisis económica, la
corrupción política, el paro incontenible y tantas otras desgracias que nos
azotan. Aunque quizá el problema no sea de los músicos sino de su público.
Antes le dábamos un significado a letras y melodías, nos sacudían por dentro,
nos incitaban a la fantasía y a la acción. Ahora parece que nos hemos dejado
arrastrar por la abulia, como si los vientos de cambio ya no pudieran
alcanzarnos.
¿La
música será importante para la gente del siglo XXI o se convertirá en un
inevitable ruido de fondo al que nadie presta demasiada atención? Yo sigo
creyendo en la veracidad de la sentencia de Nietzsche, pero en estos tiempos es
difícil saber cuándo te quedas anticuado. En fin, ¿qué opinas de todo esto?
¿Qué canciones te han inspirado a lo largo de tu vida? ¿Es aún la música un
motor de cambio social?