Voy a retomar el sano ejercicio intelectual de escribir un ensayo. Podría referirme a la reforma constitucional, mas parece que los ciudadanos no tenemos nada que decir al respecto (lo ocurrido en los últimos días confirma que vivimos en una boba “votocracia”, no en una democracia verdadera). Así que prefiero centrarme en las filtraciones de Wikileaks. Aunque se trata de un tema que ha perdido cierta trascendencia mediática en las últimas semanas, las actividades de la organización fundada por Julian Assange merecen un comentario. Criminal para muchos políticos, héroe para algunos gurús de la informática y la tecnología, este hombre ha sido oportunamente acusado de violación. Mientras los tribunales quizá más presionados de todos los tiempos deciden su futuro, la organización continúa con sus filtraciones y su lucha por reinventar el concepto de la libre información.
¿Qué pretende Wikileaks? Sus ideólogos están convencidos de que los políticos no pueden ocultar nada a los ciudadanos. Sin embargo, en mi opinión es un error y una irresponsabilidad poner toda clase de informaciones en un mismo archivo y colgarlo en la red a disposición de cualquiera. No cabe duda de que existen actitudes de los gobernantes y de sus ejecutores que merecen ser denunciadas. Wikileaks ha obtenido grandes logros en ese sentido. Por ejemplo, en este conocido video se observa sin edulcorantes la brutalidad de unos soldados estadounidenses contra la población civil iraquí:
Pero, ¿de verdad necesitamos saber, por ejemplo, la opinión del embajador estadounidense en España sobre el presidente del gobierno? Aunque tal vez resulte divertido o morboso leerla, ¿ayuda a mejorar las relaciones entre ambos países? Al contrario, tan solo las enrarece y obstaculiza. Incluso pueden ocurrir cosas peores: Fuga de cables
La diplomacia difícilmente cumpliría su función si cada informe se publicara en la red. Se convertiría en un ejercicio de hipocresía institucionalizada. De pronto, todos los políticos tendrían una opinión maravillosa de sus compañeros… y dejarían de proporcionar observaciones útiles. Por tanto, aunque condeno los fútiles intentos de ahogar a Wikileaks en la red, creo que la organización debe gestionar la información de manera más cuidadosa y selectiva, mostrando solo aquella que demuestre una actividad ilegal o poco ética de las autoridades.