miércoles, 31 de agosto de 2011

Wikileaks: información sí, avalancha no



Voy a retomar el sano ejercicio intelectual de escribir un ensayo. Podría referirme a la reforma constitucional, mas parece que los ciudadanos no tenemos nada que decir al respecto (lo ocurrido en los últimos días confirma que vivimos en una boba “votocracia”, no en una democracia verdadera). Así que prefiero centrarme en las filtraciones de Wikileaks. Aunque se trata de un tema que ha perdido cierta trascendencia mediática en las últimas semanas, las actividades de la organización fundada por Julian Assange merecen un comentario. Criminal para muchos políticos, héroe para algunos gurús de la informática y la tecnología, este hombre ha sido oportunamente acusado de violación. Mientras los tribunales quizá más presionados de todos los tiempos deciden su futuro, la organización continúa con sus filtraciones y su lucha por reinventar el concepto de la libre información.

¿Qué pretende Wikileaks? Sus ideólogos están convencidos de que los políticos no pueden ocultar nada a los ciudadanos. Sin embargo, en mi opinión es un error y una irresponsabilidad poner toda clase de informaciones en un mismo archivo y colgarlo en la red a disposición de cualquiera. No cabe duda de que existen actitudes de los gobernantes y de sus ejecutores que merecen ser denunciadas. Wikileaks ha obtenido grandes logros en ese sentido. Por ejemplo, en este conocido video se observa sin edulcorantes la brutalidad de unos soldados estadounidenses contra la población civil iraquí:




Pero, ¿de verdad necesitamos saber, por ejemplo, la opinión del embajador estadounidense en España sobre el presidente del gobierno? Aunque tal vez resulte divertido o morboso leerla, ¿ayuda a mejorar las relaciones entre ambos países? Al contrario, tan solo las enrarece y obstaculiza. Incluso pueden ocurrir cosas peores: Fuga de cables

La diplomacia difícilmente cumpliría su función si cada informe se publicara en la red. Se convertiría en un ejercicio de hipocresía institucionalizada. De pronto, todos los políticos tendrían una opinión maravillosa de sus compañeros… y dejarían de proporcionar observaciones útiles. Por tanto, aunque condeno los fútiles intentos de ahogar a Wikileaks en la red, creo que la organización debe gestionar la información de manera más cuidadosa y selectiva, mostrando solo aquella que demuestre una actividad ilegal o poco ética de las autoridades.

viernes, 26 de agosto de 2011

La rebelión del silencio




Un vaso que algún día contuvo cerveza (y vida)

es agitado por el viento frío en el fondo del cementerio.

¿Es que alguien quiere emborrachar a los muertos?

¿Acaso se pretende que cuenten ahora lo que nunca sintieron?



Si se creían a salvo de toda intromisión, se equivocaron.

Tal vez pronto las palabras de un muerto alimenten las portadas,

como si no fuera bastante noticia que los muertos hablaran.



El olmo no se equivoca al señalar el camino de los féretros,

y los cipreses tejan las necrópolis desde antaño,

sin que las grietas de la ciencia provoquen poros en sus hojas.

Dejemos que callen los muertos y los árboles.

Escuchemos el sonido de la verdad en el silencio de las tumbas.



La muerte es el testamento de sabiduría que nos dejan

quienes caen a no se sabe muy bien dónde.

¿A las golosas bocas de los gusanos?

¿Al espacio, devuelta su energía al estelar origen?

¿A un juicio sumarísimo del Alto Padre?

¿A ningún sitio, simplemente…?



Solo sé que sus vacíos cuerpos no tienen la respuesta.

Dejemos, pues, que descansen y olviden.

Una vez muertos, me parecen todos igual de buenos.

sábado, 20 de agosto de 2011

Los picos de la vida



La rutina es una señora mayor, sabia aunque antipática, cuyos consejos suelen ser atinados y aburridos. Tan necesario resulta seguirlos en la mayoría de ocasiones como saltárselos de vez en cuando. Tal vez por ello he pasado unos días descubriendo Cantabria y Asturias. En lugares como los Picos de Europa se evidencia que la vida responde a cada golpe de la muerte: los vegetales pugnan y se relevan para coronar incluso la montaña más escarpada y un pasaje invisible une las copas de los árboles, que han alcanzado un idilio forzoso con el viento que los acaricia y castiga. Al fin y al cabo, si la muerte acabara con toda la vida se mataría a ella misma. Su propio concepto quedaría convertido en una impostura. Por suerte, y pese a los dislates que el ser humano ha forzado en la naturaleza, esa hora no ha llegado.

He contemplado vacas como estatuas reflexivas y cabras estoicas bajo la lluvia; he recorrido carreteras exuberantes, a la vez diabólicas y paradisíacas; he atravesado pueblos cuyo único habitante parecía ser un gato negro de ojos fijos. Y en silencio he escuchado los latidos del corazón de piedra que vive en la montaña soberana. Urbanitas extraños, perdidos en el abrupto relieve semejante a la dentadura de un gigantesco ser vivo, surgían igual que un ejército de fantasmas sin horizonte en los Lagos de Covadonga, bañados por la niebla.

He vuelto purificado de la civilización, dispuesto a comenzar la revisión de mi novela y a seguir dando forma a ese volátil sueño al que llamamos Literatura.

jueves, 11 de agosto de 2011

Decir es poder


La vida es maravillosa o terrible, según cómo se diga, cómo se llame a lo que sucede a todas horas y en todas partes, a lo visible y a lo invisible, a lo palpado y a lo soñado. Son los nombres los que definen lo que enuncian y no al contrario. Una acertada combinación de palabras ennoblece un asesinato o ridiculiza una heroicidad. Las palabras pueden devolver la vida, quitarla, enmudecerla de miedo. El silencio es un vocablo más que susurra en el viento, que se desliza en las gotas de lluvia o se precipita por un barranco.

Los artistas no describen la belleza; la inventan en su imaginación y la transforman lo mejor que saben, engatusando con sus obras a otros soñadores. La palabra es la única divinidad en la que creo, la única capaz de transformarlo todo; la poesía es un órgano que respira durante el sueño; la prosa, un corazón que, palpitando, nos ilumina.

Un faro, una pirámide, una escalera, una gruta… imágenes invisibles se agolpan en mi mente y reclaman su espacio. Tal vez encuentre en este mundo, algún día, un resquicio en el que meterme.

martes, 2 de agosto de 2011

Naturaleza imperial



La naturaleza desnuda es exuberante en su sencillez. Así lo revela, por ejemplo, un paseo por el Canal Imperial de Aragón. Allí un hilo invisible teje las copas de los árboles. El río esconde su rostro entre la libre vegetación. Donde no pisa el hombre, la hierba crece más tranquila. El agua se platea en un estancamiento suave. Al respirar el aire de las flores, una energía nueva revive tus pulmones. ¡Y qué bonito es el dulce desangramiento que las amapolas provocan en los campos!

Los vegetales son el instrumento musical que toca el viento. Bailan los tallos y las flores, abanicando sus aromas. Hasta el estiércol huele bien si lo remueve el cierzo. Mientras tanto, los animales se esconden en sus húmedas guaridas. ¡Cuántos paisajes reflejan en sus ojos la beldad del entorno! ¡Cuántas maravillas nos vedan nuestras limitaciones físicas! ¡Cuántos cuadros hermosos escapan a nuestros sentidos!

Nunca el hombre se siente tan prescindible como al rodearse de naturaleza. Se da cuenta de que los árboles, las piedras, los insectos y las flores no le necesitan en absoluto para existir. Las ciudades no se entienden sin los seres humanos que las construyen y las pueblan. Sin embargo, en plena naturaleza es el hombre quien se vuelve anomalía.