Afirma Umberto Eco que “la cultura no está en crisis; es crisis”. Como reflejo de toda actividad humana, es imposible abarcar la cultura por completo. Sin embargo, los medios de comunicación no pueden renunciar al intento de ofrecer una visión lo más amplia posible. Con el objetivo de discutir sobre el presente y el futuro del periodismo cultural,
se han celebrado en la Universidad Pompeu Fabra, entre el 3 y el 5 de junio, unas jornadas organizadas por los estudiantes del máster de Periodismo especializado en Cultura, entre los que me encuentro. Las bautizamos como Futuro Cultura, dos términos que deberíamos asociar de forma automática. En nuestra web podéis consultar más información sobre los invitados y consultar algunos de sus artículos:
http://futurocultura.org/
La experiencia para nosotros ha sido muy positiva,
pero en este artículo procuraré no caer en la endogamia autocomplaciente. Mi
intención es extraer las ideas que, desde mi punto de vista, más contribuyan a diagnosticar
esta profesión tan apasionante como precaria y a imaginar las formas que la
cultura asumirá en un futuro próximo.
La crítica está en crisis. Al menos son muchas las
voces que así lo afirman. Elitista, infantil, interesada, publicitaria… son
solo algunos de los epítetos que recibe. En nuestra primera mesa de debate
quisimos dar la palabra a tres críticos de diferentes especialidades (Luis
Hidalgo, Sergi Dòria y Sergio Álvarez). En esta ocasión no debían criticar una
obra literaria o una actuación musical sino su propio oficio, lo que es aún más
complejo. Pero lo hicieron sin ambages. Coincidieron en que falta tiempo y
espacio para la reflexión, de modo que la crítica ha derivado en muchas
ocasiones en una crónica de ambiente muy superficial, en el caso de la música,
o en reseñas de libros que se olvidan de describir la gama de grises. Sería deseable
un mayor atrevimiento para destacar a nuevos creadores, si bien los tiempos y
nombres rígidos de las industrias culturales reducen la libertad del crítico.
También lamentaron que se siga con excesiva
frecuencia la estela de modas impuestas por empresas que buscan maximizar sus
beneficios. Echan en falta críticas que generen un mayor debate y reflexión
sobre la cultura. Los críticos más populares no son necesariamente los más
capaces, sino aquellos que han construido un personaje a través de sus
artículos.
Después llegó el momento de que Eduard Cortés
(director de cine), Marta Carrasco (bailarina y coreógrafa de danza) y Ada
Parellada (dedicada a la gastronomía) nos ofrecieron el punto de vista de
quienes están acostumbrados a recibir el juicio de la crítica. El tono del
debate fue espontáneo, improvisado, informal y alejado de lo políticamente
correcto; ante las ocurrencias de los ponentes estallaron risas entre el
público que ocupaba la mayoría de butacas.
Sus palabras no tejen un discurso dominante porque
pertenecen a ámbitos muy distintos y sus visiones son diferentes. Mientras que
Eduard Cortés siente la crítica como “un peaje por hacer la película”, Ada
Perellada trata de “seducir al crítico” y aprender de sus comentarios.
Considera que un exceso de empatía hacia un colega de oficio puede anular el
juicio ecuánime, por lo que destaca la importancia de que exista un profesional
independiente. Para Marta Carrasco “a quien hay que seducir es al público”, y
las peores críticas son “las que se llevan al terreno de lo personal”.
En la tercera mesa abordamos las relaciones entre el
periodismo y las industrias culturales. Nuestros invitados fueron Álex Salmon,
Nacho Orovio y Anna Soler-Pont (en la foto). Toni Puntí, que ejerció como moderador, apuntó
que “el periodista debería ser el árbitro entre cultura e industria”. Pero no
es sencillo arbitrar cuando dependes económicamente de uno de los
contendientes. Nacho Orovio reconoció que “el tono del periodismo se ha vuelto
más lánguido y menos reivindicativo” ante el temor a perder el empleo. Aunque
se ejerce más presión en otras secciones como política o economía, la cultura
también tiene sus temas tabú. Resulta espinoso criticar a instituciones que
ponen dinero para sostener al medio de comunicación, máxime en una época de
transición como la que vivimos en la que el periodismo todavía está buscando su
ubicación exacta.
Si la jornada del lunes estaba concebida para
analizar la situación presente, el martes quisimos explorar las oportunidades
de futuro que ofrece la cultura. Comenzamos temprano con el foro de ideas
conducido por Jordi Carrión, en el que se presentaron varios proyectos
interesantes. Para no alargar demasiado la crónica os dejo los enlaces por si
deseáis descubrirlos.
A los que mejor conozco son a los amigos de Pliego
Suelto, ya que voy a empezar a colaborar en su revista online que pretende
explorar cómo afecta el nuevo paradigma digital al ámbito de la literatura.
Uno de los retos principales que afrontan estos
medios emergentes es la financiación: se habló de crowdfunding, de proponer
eventos a los usuarios, de venderles productos o servicios relacionados… Tendrán
más posibilidades de subsistir si ofrecen un contenido diferente y fresco,
acercándose a las propuestas editoriales más humildes, a los grupos de música
local, a los artistas de la calle… porque las manifestaciones culturales son
más diversas de lo que nos muestran los medios tradicionales.
En su discurso final, Jorge Carrión recomendó a los bloggers
que busquen alianzas con otros similares a ellos para llegar a comunidades más extensas.
Afirmó que “la periferia se ha vuelto un discurso hegemónico” al que también se
aferran instituciones de la cultura oficial, por lo que ya no se perciben con
claridad sus fronteras. Aseguró que hay
“demanda de contacto humano” en este mundo tan digital y que “la respuesta no
siempre es la ficción” cuando la crisis está generando tremendas historias
reales.
Uno de los objetivos de las jornadas era romper
tópicos o, al menos, discutirlos. Por ello dedicamos una mesa a comentar nuevos
formatos audiovisuales con Antonio Baños, Manel Jiménez y Eulàlia Iglesias. Los
tres coincidieron en que cultura y televisión no tienen por qué ser términos
antagónicos. Quizá la clave está en crear programas que generen valor cultural
por sí mismos. Antonio Baños enfatizó que el buen periodismo cultural “no trata
solo las bellas artes, también la sociología, la política…”. La televisión es
un medio de masas desde el que se pueden proponer debates con un alcance amplio.
Además internet da una segunda vida a programas emitidos a horas intempestivas.
Para Manel Jiménez, “faltan anti-agendas culturales y profundidad más allá de
los flechazos informativos”.
Pero ninguna aproximación al futuro del
periodismo cultural debe dejar de lado la red de redes. Por eso invitamos a Bernat
Puigtobella (editor de Núvol), a Núria Coll (directora de Ets el que menges) y
a Ana Basanta, redactora de Europa Press, para
hablar de formatos web. De su coloquio extraigo que quizá en internet haya más
futuro que presente, pero que ya es factible empezar a abrirse camino. Aunque el
modelo pre-digital se está hundiendo sin que el digital lo reemplace aún, las
oportunidades son casi infinitas. El periodista puede ejercer como editor de
contenidos generados por especialistas o crear un medio independiente de
cualquier empresa, sostenido únicamente por la fidelidad de sus lectores.
A la última mesa la titulamos “Vértigo”, como la
película de Hitchcock. Invitamos a Jordi Pardo, Elisenda Figueres y Jordi Sellas para examinar los nuevos
perfiles profesionales relacionados con la cultura. Los ponentes señalaron la
necesidad de cubrir la vida cultural más allá de las instituciones, de
reivindicar la importancia de la comunicación en cualquier proyecto empresarial
desde su nacimiento y de mostrarse transparente en un mundo hipercomunicado
donde la censura es imposible. Jordi Pardo incidió en que “la cultura es más
que un producto de compra-venta; es de tanto interés general como la política y
contribuye a aumentar el nivel de vida y la cohesión social”. Por ello hay que
saber construir oportunidades poniendo énfasis en las demandas de la población,
sin caer en el dogmatismo de enfrentar la cultura y el entretenimiento. El
periodista cultural ha de mostrar un perfil laboral polivalente, ya que su
formación le permite colaborar en proyectos de muy diversa índole.
Para clausurar las jornadas contamos con la
presencia de Laura Borràs, directora de la Institució de les Lletres Catalanes
y experta en literatura digital y medieval. Nos habló de cómo las nuevas tecnologías están transfigurando
la cultura. Aseguró que “internet es una nueva forma de oralidad que va a
transformar la palabra impresa” y que “lo digital permite reinventar la
experiencia estética con nuevas formas de lectura y escritura más interactivas”.
Para profundizar sobre estas cuestiones dirige el grupo de investigación Hermeneia.
Laura Borràs rebatió los argumentos de quienes
aseguran que la red nos vuelve estúpidos, algo que ya se dijo en su momento
acerca de la escritura. Considera que “se ha culpado a internet de todos los
males del periodismo, en vez de adaptarse a la coyuntura y ofrecer valor
añadido”. En lugar de plantear una guerra entre las nuevas y las viejas
tecnologías, prefiere “la cultura de la re-mediación a la sustitución”. También
planteó la siguiente pregunta: ¿qué es lo que queremos conservar del pasado?
En resumen, han sido tres días intensos en los que
se ha discutido sobre periodismo, industria, crítica, arte, proyectos
prometedores… todo ello desde perspectivas muy diferentes, pero con una pasión
revitalizadora. No me caben dudas de que la cultura, afortunadamente, seguirá
en crisis.