miércoles, 26 de junio de 2013

Mi tercer premio literario me lleva a estudiar el micromecenazgo

 
Esta es una entrada feliz porque hace unos días me enteré de que había ganado mi tercer certamen literario por mi relato “El concurso imposible”. Me refiero al I Concurso de Narración breve de mecenix.com/. Mi cuento, que trata el tema de los premios literarios con un tono irónico y humorístico, ha resultado el mejor, según el Jurado, de entre los 269 recibidos en esta modalidad. Como consecuencia, se publicará en una obra colectiva y recibiré diez ejemplares gratuitos. Según me han comentado los organizadores, está previsto que el libro se edite a partir de septiembre y que esté en distribución seguramente en noviembre.
 
Debo aclarar algunas cosas acerca de Mecenix. Se trata de una plataforma que financia la publicación de libros gracias al micromecenazgo de lectores interesados. Con sus pequeñas aportaciones permiten editar más ejemplares de la obra y se aseguran su ejemplar. En caso de que no se llegue a la cantidad mínima, se les devuelve el dinero. De hecho, me han pedido que facilite una lista de contactos de correo electrónico, a quienes se les invitará (sin ningún compromiso, faltaría más) a contribuir a la edición del libro por el sistema de micromecenazgo. Si nadie tiene inconveniente, he pensado pasarles los emails públicos de los seguidores de este blog. Por supuesto, dichos contactos tendrán la reserva expresa de le ley de protección de datos española y ninguna finalidad más que comunicarles la publicación del libro donde se recogen las narraciones ganadoras y finalistas, por si quieren participar en su edición.
 
Además de ello, he recibido un bono de 300 euros que se destinará, si todo va bien, a publicar uno de mis libros en la plataforma Mecenix y Nèctar Editorial, pertenecientes al grupo Ambar Comunicació. Mi intención es enviarles mis nuevos relatos, ya que la novela aún no la tengo lista y probablemente la proponga antes a editoriales y concursos. Sin embargo, quizá Mecenix sea una buena salida para los cuentos, que son más difíciles de colocar especialmente cuando sus temas son diversos y sus características heterogéneas. Pero de eso ya os informaré a su debido tiempo a través del blog y las redes sociales. Antes necesito conocer el dinero que habría que recaudar, cómo sería la distribución de los ejemplares y las demás condiciones del contrato.
 
Me gustaría saber con toda sinceridad cuál es vuestra opinión sobre el sistema de micromecenazgo o crowfounding aplicado a obras literarias. ¿Estaríais dispuestos a financiar colectivamente un libro que os apetece ver publicado y recibirlo a un precio inferior al que se vendería en las librerías? ¿Creéis, por el contrario, que solo es justo pagar por una obra acabada y editada por profesionales? ¿O, como casi todo en esta vida, depende…?
 
Es evidente que el sector editorial está en crisis. Los grupos grandes solo apuestan por nombres reconocidos y los concursos de mayor enjundia se entregan casi a dedo. Por eso los escritores noveles buscamos nuevas formas de dar a conocer nuestros libros. Autoedición online o física, micromecenazgos… son sistemas que están todavía en fase de experimentación. Solo el tiempo dirá si sirven para paliar los males del sector. En último término, estará en manos de los lectores.      
 
Un abrazo y gracias a todos por vuestro apoyo     
 

miércoles, 19 de junio de 2013

Literatura e internet, más conectadas que nunca



En contra de mi costumbre voy a publicar la crítica de un libro en mi blog (lo habitual es que lo haga en http://www.atendiendoarazones.com/). La crítica puede ser un género literario en sí mismo, aunque no aspiro a tanto en esta entrada. Si la cuelgo aquí es porque me he sentido identificado con sus autores y porque su obra guarda relación con mi actual proyecto novelístico, que describe un mundo en el que Internet ha desaparecido. Su lectura me ha servido en cierto modo de inspiración.   
 
Tras la red es un libro de cuentos surgido de manera improvisada y espontánea, a partir de un encuentro de escritores, editores y críticos que reflexionaron a la orilla del Cantábrico sobre el futuro de la literatura en el nuevo paradigma digital. 16 cuentos, 16 autores (algunos tan conocidos como Lorenzo Silva, Javier Celaya, Cristina Fallarás o Vanessa Montfort), 16 historias que serían inconcebibles antes de la huracanada irrupción de internet en nuestras vidas.
Como explica María Goicoechea, prologuista y una de las escritoras representadas, “Internet ha transformado la sociedad y el modo en que nos relacionamos con los demás. De ahí la idea de crear una colección de relatos con historias que no podrían acontecer sin la red de redes”. Cada autor escoge diferentes caminos, imágenes y recursos incluso antagónicos. En la antología conviven cuentos muy convincentes y otros más discretos, pero todos poseen un nexo común: el lenguaje digital. Cibersexo, avatares, juegos de ordenador, redes sociales, whatsapps y correos electrónicos planean por narraciones que describen e indagan nuevas formas de comunicarse. Son los mismos temas de siempre adaptados a una vorágine distinta.          
Como reflejo más o menos fidedigno de su tiempo, la literatura debe explorar las revoluciones tecnológicas que están modificando el mundo (y también el universo editorial, obligado a reinventarse). Por ello es de agradecer que las nuevas generaciones de escritores actualicen sus registros para conectar con un lector que vive cada vez más rápido, con más distracciones retumbando a su alrededor y que muy posiblemente está leyendo a través de una pantalla.
Algunos autores, por lo general de edad avanzada, ven con recelo el cosmos digital. Sin embargo, Internet puede configurarse como un territorio ideal para que el género del relato, no siempre valorados por las editoriales en papel, campe ancho y breve, corto pero profundo y penetrante.  
Tras la red es un buen paso para aproximarse a esa dimensión digital de la literatura que todavía no está muy definida, pero que anticipa un horizonte prometedor. Y en parte es gracias al hacer de editoriales como Sigueleyendo que, además de esta antología, ha publicado a un precio muy reducido un puñado de libros interesantes.

lunes, 10 de junio de 2013

Ecos y resonancias de un intenso debate cultural



Afirma Umberto Eco que “la cultura no está en crisis; es crisis”. Como reflejo de toda actividad humana, es imposible abarcar la cultura por completo. Sin embargo, los medios de comunicación no pueden renunciar al intento de ofrecer una visión lo más amplia posible. Con el objetivo de discutir sobre el presente y el futuro del periodismo cultural,
se han celebrado en la Universidad Pompeu Fabra, entre el 3 y el 5 de junio, unas jornadas organizadas por los estudiantes del máster de Periodismo especializado en Cultura, entre los que me encuentro. Las bautizamos como Futuro Cultura, dos términos que deberíamos asociar de forma automática. En nuestra web podéis consultar más información sobre los invitados y consultar algunos de sus artículos: http://futurocultura.org/ 


La experiencia para nosotros ha sido muy positiva, pero en este artículo procuraré no caer en la endogamia autocomplaciente. Mi intención es extraer las ideas que, desde mi punto de vista, más contribuyan a diagnosticar esta profesión tan apasionante como precaria y a imaginar las formas que la cultura asumirá en un futuro próximo.
 
La crítica está en crisis. Al menos son muchas las voces que así lo afirman. Elitista, infantil, interesada, publicitaria… son solo algunos de los epítetos que recibe. En nuestra primera mesa de debate quisimos dar la palabra a tres críticos de diferentes especialidades (Luis Hidalgo, Sergi Dòria y Sergio Álvarez). En esta ocasión no debían criticar una obra literaria o una actuación musical sino su propio oficio, lo que es aún más complejo. Pero lo hicieron sin ambages. Coincidieron en que falta tiempo y espacio para la reflexión, de modo que la crítica ha derivado en muchas ocasiones en una crónica de ambiente muy superficial, en el caso de la música, o en reseñas de libros que se olvidan de describir la gama de grises. Sería deseable un mayor atrevimiento para destacar a nuevos creadores, si bien los tiempos y nombres rígidos de las industrias culturales reducen la libertad del crítico.
También lamentaron que se siga con excesiva frecuencia la estela de modas impuestas por empresas que buscan maximizar sus beneficios. Echan en falta críticas que generen un mayor debate y reflexión sobre la cultura. Los críticos más populares no son necesariamente los más capaces, sino aquellos que han construido un personaje a través de sus artículos.  
Después llegó el momento de que Eduard Cortés (director de cine), Marta Carrasco (bailarina y coreógrafa de danza) y Ada Parellada (dedicada a la gastronomía) nos ofrecieron el punto de vista de quienes están acostumbrados a recibir el juicio de la crítica. El tono del debate fue espontáneo, improvisado, informal y alejado de lo políticamente correcto; ante las ocurrencias de los ponentes estallaron risas entre el público que ocupaba la mayoría de butacas.
Sus palabras no tejen un discurso dominante porque pertenecen a ámbitos muy distintos y sus visiones son diferentes. Mientras que Eduard Cortés siente la crítica como “un peaje por hacer la película”, Ada Perellada trata de “seducir al crítico” y aprender de sus comentarios. Considera que un exceso de empatía hacia un colega de oficio puede anular el juicio ecuánime, por lo que destaca la importancia de que exista un profesional independiente. Para Marta Carrasco “a quien hay que seducir es al público”, y las peores críticas son “las que se llevan al terreno de lo personal”. 
En la tercera mesa abordamos las relaciones entre el periodismo y las industrias culturales. Nuestros invitados fueron Álex Salmon, Nacho Orovio y Anna Soler-Pont (en la foto). Toni Puntí, que ejerció como moderador, apuntó que “el periodista debería ser el árbitro entre cultura e industria”. Pero no es sencillo arbitrar cuando dependes económicamente de uno de los contendientes. Nacho Orovio reconoció que “el tono del periodismo se ha vuelto más lánguido y menos reivindicativo” ante el temor a perder el empleo. Aunque se ejerce más presión en otras secciones como política o economía, la cultura también tiene sus temas tabú. Resulta espinoso criticar a instituciones que ponen dinero para sostener al medio de comunicación, máxime en una época de transición como la que vivimos en la que el periodismo todavía está buscando su ubicación exacta.
Si la jornada del lunes estaba concebida para analizar la situación presente, el martes quisimos explorar las oportunidades de futuro que ofrece la cultura. Comenzamos temprano con el foro de ideas conducido por Jordi Carrión, en el que se presentaron varios proyectos interesantes. Para no alargar demasiado la crónica os dejo los enlaces por si deseáis descubrirlos. A los que mejor conozco son a los amigos de Pliego Suelto, ya que voy a empezar a colaborar en su revista online que pretende explorar cómo afecta el nuevo paradigma digital al ámbito de la literatura.


Uno de los retos principales que afrontan estos medios emergentes es la financiación: se habló de crowdfunding, de proponer eventos a los usuarios, de venderles productos o servicios relacionados… Tendrán más posibilidades de subsistir si ofrecen un contenido diferente y fresco, acercándose a las propuestas editoriales más humildes, a los grupos de música local, a los artistas de la calle… porque las manifestaciones culturales son más diversas de lo que nos muestran los medios tradicionales.

En su discurso final, Jorge Carrión recomendó a los bloggers que busquen alianzas con otros similares a ellos para llegar a comunidades más extensas. Afirmó que “la periferia se ha vuelto un discurso hegemónico” al que también se aferran instituciones de la cultura oficial, por lo que ya no se perciben con claridad sus fronteras.  Aseguró que hay “demanda de contacto humano” en este mundo tan digital y que “la respuesta no siempre es la ficción” cuando la crisis está generando tremendas historias reales.

Uno de los objetivos de las jornadas era romper tópicos o, al menos, discutirlos. Por ello dedicamos una mesa a comentar nuevos formatos audiovisuales con Antonio Baños, Manel Jiménez y Eulàlia Iglesias. Los tres coincidieron en que cultura y televisión no tienen por qué ser términos antagónicos. Quizá la clave está en crear programas que generen valor cultural por sí mismos. Antonio Baños enfatizó que el buen periodismo cultural “no trata solo las bellas artes, también la sociología, la política…”. La televisión es un medio de masas desde el que se pueden proponer debates con un alcance amplio. Además internet da una segunda vida a programas emitidos a horas intempestivas. Para Manel Jiménez, “faltan anti-agendas culturales y profundidad más allá de los flechazos informativos”.
Pero ninguna aproximación al futuro del periodismo cultural debe dejar de lado la red de redes. Por eso invitamos a Bernat Puigtobella (editor de Núvol)a Núria Coll (directora de Ets el que menges) y a Ana Basanta, redactora de Europa Press, para hablar de formatos web. De su coloquio extraigo que quizá en internet haya más futuro que presente, pero que ya es factible empezar a abrirse camino. Aunque el modelo pre-digital se está hundiendo sin que el digital lo reemplace aún, las oportunidades son casi infinitas. El periodista puede ejercer como editor de contenidos generados por especialistas o crear un medio independiente de cualquier empresa, sostenido únicamente por la fidelidad de sus lectores. 

A la última mesa la titulamos “Vértigo”, como la película de Hitchcock. Invitamos a Jordi Pardo, Elisenda Figueres y  Jordi Sellas para examinar los nuevos perfiles profesionales relacionados con la cultura. Los ponentes señalaron la necesidad de cubrir la vida cultural más allá de las instituciones, de reivindicar la importancia de la comunicación en cualquier proyecto empresarial desde su nacimiento y de mostrarse transparente en un mundo hipercomunicado donde la censura es imposible. Jordi Pardo incidió en que “la cultura es más que un producto de compra-venta; es de tanto interés general como la política y contribuye a aumentar el nivel de vida y la cohesión social”. Por ello hay que saber construir oportunidades poniendo énfasis en las demandas de la población, sin caer en el dogmatismo de enfrentar la cultura y el entretenimiento. El periodista cultural ha de mostrar un perfil laboral polivalente, ya que su formación le permite colaborar en proyectos de muy diversa índole.   
Para clausurar las jornadas contamos con la presencia de Laura Borràs, directora de la Institució de les Lletres Catalanes y experta en literatura digital y medieval. Nos habló de  cómo las nuevas tecnologías están transfigurando la cultura. Aseguró que “internet es una nueva forma de oralidad que va a transformar la palabra impresa” y que “lo digital permite reinventar la experiencia estética con nuevas formas de lectura y escritura más interactivas”. Para profundizar sobre estas cuestiones dirige el grupo de investigación Hermeneia.
Laura Borràs rebatió los argumentos de quienes aseguran que la red nos vuelve estúpidos, algo que ya se dijo en su momento acerca de la escritura. Considera que “se ha culpado a internet de todos los males del periodismo, en vez de adaptarse a la coyuntura y ofrecer valor añadido”. En lugar de plantear una guerra entre las nuevas y las viejas tecnologías, prefiere “la cultura de la re-mediación a la sustitución”. También planteó la siguiente pregunta: ¿qué es lo que queremos conservar del pasado?
En resumen, han sido tres días intensos en los que se ha discutido sobre periodismo, industria, crítica, arte, proyectos prometedores… todo ello desde perspectivas muy diferentes, pero con una pasión revitalizadora. No me caben dudas de que la cultura, afortunadamente, seguirá en crisis.