El hombre que controlara sus recuerdos
tal vez sería el más afortunado de la tierra.
La ternura de los besos,
la armonía del hogar,
el bello paisaje en aquel horizonte,
el dorado fruto del esfuerzo…
¿hay algo que no olvidemos?
Me temo que los malos momentos
son más persistentes que los buenos.
Olvidas cuánto te quisieron,
pero no el dolor que te causaron.
Y el rato que amas justifica,
con demasiada frecuencia,
el odio hasta la muerte.
Sospecho que nuestros olvidos
son lo único rescatable de la vida.
Mas no podemos remediarlo:
la mente es un enigma
diseñado para no ser resuelto.
Tienes razón, Lucía, pero a veces parece que no podemos, aunque queramos. El cerebro sigue siendo un auténtico misterio, pero no sé si desear que se descubran sus secretos. ¿Qué haríamos con ellos?
ResponderEliminar¡Un afectuoso saludo y gracias por comentar!