Hoy quiero escribir sobre
política. Pero no sobre la incierta situación actual en el panorama español, sino
desde un punto de vista más abstracto y teórico. En mi opinión, la política
debe transformarse de forma radical en el siglo XXI, abandonando el actual
sistema representativo en el que los partidos, y especialmente el gobierno de
turno, ostentan la práctica totalidad del poder. El futuro al que debemos aspirar
pasa por desarrollar formas de democracia directa que permitan a los ciudadanos
escoger su futuro con libertad.
Admito que cierto nivel de
representación resulta ineludible, ya que son muchas las decisiones que se han
de tomar para la gestión de un país (o un conjunto de países). El ciudadano de
a pie no puede estar informado de todo ni dedicar varias horas diarias a la
toma de decisiones que, con frecuencia, han de aplicarse con rapidez para que devengan
efectivas. Sin embargo, sí creo que las leyes más trascendentales, aquellas que
tienen una influencia duradera en la vida de las personas (por ejemplo, legislación
sobre modelos educativos) deben someterse a sufragio, tras un acordado periodo
de reflexión y debate público. Los partidos, en colaboración con actores de la
sociedad civil, deberían realizar diversas propuestas, argumentarlas y
defenderlas, pero finalmente serían los ciudadanos con su voto (presencial o
electrónico) quienes escogerían las que han de llevarse a cabo.
El sistema representativo
no es verdaderamente democrático, si entendemos la democracia como el gobierno
del pueblo. Lo único que hace el pueblo es escoger a unos individuos u
organizaciones sobre los que después no tiene ninguna capacidad de control, que
además incumplen de forma sistemática sus propios programas electorales. Es un
sistema que no funciona y que, en último término, solo sirve para que las
élites mantengan sus privilegios y tomen decisiones que perjudican a la mayor
parte de la población.
La manera de evitarlo es
que sea la población en su conjunto la que tome las decisiones más importantes.
Si se equivoca, al menos será dueña de su propio destino, en vez de dejarlo en
manos de quienes no comulgan con el interés general. También es de esperar que,
cuando los ciudadanos tomen conciencia de la relevancia de su opinión, hagan un
esfuerzo por informarse sobre aquellos asuntos que ignoran y que afectan a su
existencia.
Por ese motivo hay que
pensar en cambiar el sistema representativo a largo plazo, pero tomando ya los
primeros pasos en esa dirección. Existen las herramientas tecnológicas para
proceder a ello. Lo que falta, por supuesto, es voluntad política, pues los
gobernantes y las élites económicas desean mantener sus privilegios. Pero no se
trata de ninguna idea disparatada. En Suiza, sin ir más lejos, se han celebrado
más de 600 referéndums a nivel estatal desde 1848, imponiéndose la voluntad
popular a la voluntad del gobierno en numerosas ocasiones (como debe suceder en
un sistema democrático). Todo ello a pesar de que, cuando se empezaron a realizar
dichos referéndums, no existían las fuentes de información que tenemos hoy para
adquirir criterio propio sobre cualquier asunto, ni los medios técnicos que
simplifican su ejecución. He aquí algunas muestras de lo que suelen votar.
En las últimas elecciones
generales he mostrado mi apoyo a Podemos,
un partido en el que se han instaurado elementos de democracia directa y en el
que los afiliados tienen cierta capacidad de decisión (por ejemplo, determinar
el programa electoral con sus propuestas y votos, siendo los más apoyados los
que pasan a formar parte del programa, o estableciendo mecanismos de control
ciudadano al gobierno). Huelga decir que Podemos está lejos de conceder a la
democracia directa la primacía necesaria, pero ha dado pasos en la buena
dirección. También existen otras iniciativas, por desgracia poco conocidas por la opinión pública, como Partido X
o Partido Pirata que espero vayan calando, al menos entre las generaciones más jóvenes, hasta obtener altos
grados de influencia.
En resumen, ¿qué pensáis
de la democracia directa? ¿Hay posibilidades de que se implante en las próximas
décadas en España? ¿O tendré que nacionalizarme suizo si quiero tener capacidad
de decisión sobre el destino de la sociedad en que vivo?