Confiesa que tiene miedo a la oscuridad, pero es
una luz en el panorama cultural aragonés y español. Gallego de nacimiento, aragonés
de adopción, de él se ha dicho que le ha puesto mar a estas tierras con su
imaginación. Hablamos de Antón Castro, autor de más de treinta libros y ganador
del Premio Nacional de Periodismo Cultural en 2013. Aunque dice que las nuevas
tecnologías “han creado adicciones y una nueva forma de esquizofrenia”, él también
es bloguero. Su espacio, que ha recibido millones de visitas,
le ha permitido “tener otras vidas e indagar en la cultura de maneras muy diferentes”.
Por él han pasado toda clase de personajes, incluso yo: http://antoncastro.blogia.com/2011/082901-el-blog-de-carlos-gamissans.php
Antón es una persona
humildemente sabia, capaz de recitar (pero no como quien repite una lista
aprendida, sino con el entusiasmo propio de quien conoce sus obras) una pléyade
de más de veinte creadores, en respuesta a una vaga pregunta. En las páginas
del Heraldo de Aragón, en el suplemento Artes y Letras que dirige, en el
tristemente extinto programa Borradores y
en infinidad de tertulias, conferencias o presentaciones, no se cansa de
divulgar y defender la cultura, que considera “imprescindible para cocinar,
para hacer el amor, para vivir… pues enriquece constantemente, ayudándonos a
encontrar la sensatez o buscar la transgresión”.
Cine, literatura, pintura, fotografía… cualquier expresión de la creatividad merece su interés. Pese al mal momento que atraviesa la industria cultural, que a veces convierte a los artistas “en una especie de mendicantes o limosneros en busca de obtener la recaudación necesaria”, considera que “las ganas de crear son tan grandes que muchas veces superan todas las dificultades”.
Pero Castro es mucho más que un divulgador. La calidad y variedad de sus obras prueban su talento como autor literario. La última de ellos, Seducción (Editorial Olifante), contiene “poemas oníricos y carnales, elementos autobiográficos y homenajes a Felix Romeo, José Angel Valente o Ana María Matute”. Aunque no se siente un “poeta puro”, ha cultivado principalmente este género junto con el relato breve. “La poesía permite mayor preciosismo y condensación, mientras que el cuento está más supeditado a la eficacia narrativa. Utilizo la poesía para crear atmósferas, y el cuento para desarrollar historias y personajes”. Algunos como Patricio Julve, fotógrafo de la belleza que recorre libremente su obra, ya forman parte de nuestro acervo literario. Antón revela que tiene en mente escribir una novela biográfica del personaje (incluido en las ficciones de varios autores) que complete su historia.
La cafetería Gorricho,
donde le entrevisté, fue el lugar en que germinó su penúltima obra, El dibujante de relatos (Pregunta Ediciones). Aquí se reunía con Juan
Tudela, el ilustrador que puso imágenes a las historias de Antón. El libro destila
un cariño especial por Zaragoza, su ciudad de residencia desde 1978, donde vino
por un motivo amoroso… y se quedó, porque cree mucho “en las relaciones
humanas, lo que supongo que me convierte en un romántico”, confiesa.
Crisis. Una palabra que
parece ligada a la cultura, para bien o para mal… y también al periodismo,
donde el paro, la precariedad y la inestabilidad laboral alcanzan todos los
niveles. Cuestionado acerca de su pasión-profesión, Castro se muestra
autocrítico: “El periodismo ha sido el gran enemigo del periodismo, que ha de
recuperar una deontología más sólida y hallar su sitio en esta sociedad de la
tecnología”. Se necesita “rigor y esfuerzo para no denigrar el oficio”. También
lamenta que algunos periodistas “quieran ser siempre excepcionales”, pues hay
veces que “la genialidad no se entiende”. Reivindica el papel del “periodista
de batalla”, que en el fondo es quien más dignifica la profesión. Considera que
el éxito auténtico “tiene un componente de sorpresa y alumbramiento”, y está
siempre precedido por un fuerte compromiso “con uno mismo, con el lenguaje y
con la realidad, huyendo de la urgencia de la fama”. Consejos que, salidos de
sus labios, nunca suenan arrogantes.
La conversación con
Antón gira y gira, siempre amena e imprevisible como el viento. De pronto me
habla de la crónica, “un género rico y maravilloso que quizá se está perdiendo,
con la única esclavitud de la realidad”. Cadena que es más bien fuente de
inspiración, “pues no hay nada más fascinante, rico e inverosímil que la propia
realidad, donde lo increíble sucede a todas horas”. La ficción se nutre de esos
relatos y los adapta a su código narrativo. “La escritura es artificio, pero en
tu propia sinceridad no hay artificio”, afirma con determinación.
Le hablo de mi novela aún inédita y me contesta que escribir es emprender “un constante
esfuerzo de perfección, a veces traumático”, y que los libros nunca son tan
buenos como deberían, solo “están en camino de serlo”. Los suyos, sin duda, han
recorrido un amplio trecho.
me ha gustaado encontrarte un blog diferente tienes
ResponderEliminarsin luga a dudas
Me alegro que te haya parecido original. Lo mantengo vivo inyectándole estímulos diversos, ya sean periodísticos, narrativos o poéticos.
ResponderEliminarUn saludo y espero que sigamos leyéndonos.