¡Grabar un cortometraje
cuesta más que recorrer el desierto a la pata coja! Pero también es tremendamente
divertido y estimulante. Aunque todavía falta un poquito para compartir la
pequeña obra en que pusimos todo nuestro afán, puedo decir que nunca olvidaré
la experiencia cinematográfica del pasado fin de semana.
El sábado ensayamos unas
horas con los actores y el domingo nos plantamos a las siete de la mañana en El Poeta Eléctrico. Todo estaba listo para el
rodaje… o eso pensábamos en nuestra ingenuidad.
Los problemas técnicos no tardaron en surgir. El sonido no funcionaba y
los actores, citados a las ocho, comenzaron a impacientarse hasta que, con gran
filosofía, optaron por dormitar en los rincones del oscuro local.
Cuando por fin la
tecnología decidió acompañarnos, comenzamos a rodar los 65 planos previstos en
el guión técnico. Los extras aguantaron en su lugar con estoicismo, reponiendo
el hielo de sus bebidas que debían lucir idénticas en cada toma, mientras
colocábamos y recolocábamos planchas y focos hasta lograr el punto perfecto de
iluminación. Las primeras escenas demoraron mucho tiempo, pero poco a poco
ganamos confianza en nuestras posibilidades. Palabras y gestos fluían con
naturalidad de los actores, que dejaban de ser ellos mismos para convertirse en
los personajes que habíamos inventado.
En cada plano se
incrementaba el anhelo perfeccionista. Grabábamos tomas solo para escoger en
posproducción, repetíamos diálogos porque una palabra había temblado en los
labios de alguien. Una especie de fanatismo cinéfilo y de prurito de cineasta
transformó los rostros concentrados de quienes, unas horas antes, solo eran simples
consumidores de lo que la pantalla les imponía. Aquella luz le resta dramatismo
al conjunto, este encuadre carece de la perspectiva necesaria, ese giro de
cámara compromete el salto de eje… en plenitud de la acción, cada integrante
del equipo sentía que llevaba dentro el gen de Stanley Kubrick o Alfred Hitchcock.
13 horas después salimos
exhaustos del local cargando réflex, trípodes y focos, pero convencidos de que
la experiencia había valido la pena. El bagaje que atesoramos en tan intensa
sesión de rodaje ya nos acompañará por siempre. Incluso si ninguno vuelve a
empuñar una cámara, grabar una escena, interpretar una frase o gritar
“Coooooooorten”, podemos decir que, por un día, nosotros fuimos los
protagonistas de la acción.
Qué bien que al final todo haya salido bien, ahora solo toca esperar el gran estreno, ya avisarás ok?
ResponderEliminar¡Por supuesto! Todavía queda trabajo de edición pero tiene muy buena pinta la cosa. Tanto actores como equipo técnico rayaron a gran altura y estamos convencidos de que el resultado valdrá la pena.
ResponderEliminarHe leído algunos cuentos de tu libro. Eres un buen escritor y espero que todo te salga como esperas.
ResponderEliminar¡Buena suerte!
Muchas gracias, yo también te deseo lo mejor en todos tus proyectos. Por cierto, tu blog es muy interesante.
ResponderEliminar¡Un abrazo!