Aún queda (a priori) tanto por hacer,
y sin embargo una nostalgia creciente
imbuye todo lo que te rodea,
paralizando cada músculo y cada pensamiento.
Son tantas las cosas que realizaste por primera
vez…
Aunque quizá lo hayas olvidado,
descubriste tu vocación en la infancia.
Te queda la labor infinita de perfeccionarla
o la amarga desilusión de renunciar a ella.
El primer amor ya queda lejos
(tal vez no haya otro igual),
y el descubrimiento de la carne se produjo en
un tiempo
que parece remoto.
La edad de la piel todavía no señala arrugas,
pero en tu corazón se posan cicatrices
firmes.
El amanecer del que bebían tus ojos,
la ilusión en que flotaba tu primavera,
se han ido apagando sin que te dieras
cuenta.
No significa ello que no existan motivos para
la esperanza.
Acaso la simiente de tus sueños sea más firme
que nunca,
e incluso puede que dé hermosos frutos
en este mismo instante.
no te emocionas de la misma forma
ni te asombra lo mismo que ayer, con arrobo, contemplabas.
Y a veces piensas que solo estarás preparado para
la vida
demasiado tarde,
cuando ya te hayas extinguido.
A veces, mas veces de las quisiera, me siento así. Muy bueno, una abrazo.
ResponderEliminarGracias, Matthy. En todo caso, no debemos dejar que la nostalgia nos paralice. Seguro que nos esperan muchos buenos momentos. ¡Un abrazo!
ResponderEliminar