El sábado pasado finalizó la última edición de Kosmopolis, el llamado festival de
la literatura amplificada que se ha celebrado en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona. Nunca
había podido acudir y me he quedado con ganas de más, ya que la concentración
de eventos entre el jueves y el sábado fue tan intensa que daban ganas de desafiar
las leyes de la física para intentar personarse en dos o tres lugares a la vez.
De física, de astronomía y de biología se ha hablado en Kosmopolis en un acertado
empeño en relacionarlas con la literatura. Ciencia y arte son los mayores
logros siempre inacabados del ser humano, con los que recuperamos la fe en que
la inteligencia que hemos adquirido a lo largo de los últimos miles de años no
ha sido una lamentable conjunción de genes.
No hablaré de las
charlas sobre ciencia porque no he podido asistir a ellas (a ver si saco tiempo
para buscarlas en internet). Sí visité la recomendable exposición sobre Roberto
Bolaño, que seguirá abierta hasta el 30 de junio. La vida del autor chileno,
que por desgracia murió hace diez años, es un espejo muy válido para los
jóvenes que sentimos pasión por la escritura. Se abrió camino a base de ganar
concursos de provincias y ahora su obra ha sido traducida a decenas de idiomas,
transformándose en un autor de buena pegada comercial sin perder nunca el
carácter que lo convirtiera en un escritor de culto. La exposición está llena
de manuscritos suyos, junto a otros documentos audiovisuales inspirados en sus libros.
El viernes por la noche estuve en el Poetry Gran Slam, en el que diez poetas
recitaron sus versos acompañándolos de una pequeña performance. Se oyeron vocablos
en muchas lenguas, cada uno tenía su propio estilo, pero un mismo propósito
alimentaba sus actuaciones: la reivindicación de la palabra y de la poesía como
una manifestación cultural que no tiene por qué ser exclusiva de una minoría selecta.
Y a fe que lo consiguieron, porque no solo congregaron un buen número de espectadores,
sino que además lograron que se divirtieran e implicaran.
El sábado por la tarde asistí
a algunas de las sesiones del book camp, donde se abordaron asuntos como el
futuro del libro digital, las trasformaciones del periodismo cultural, las
estrategias transmedia para extender una narración en diferentes formatos, el
papel de las revistas digitales, las formas de utilizar las redes sociales de
forma creativa y sin caer en el autobombo… siempre moviéndose entre el presente
y el futuro, tratando de anticipar tendencias y allanar los caminos de la
innovación. Os dejo los enlaces de varias revistas literarias interesantes, ya
que son los medios independientes, más flexibles y audaces, quienes tienen mayores
posibilidades de romper la ortodoxia y recomendar (antes que promocionar) lecturas
originales y alternativas.
En resumen, solo queda
agradecer a Kosmopolis su apuesta por la literatura en su visión más amplia e
integradora. Eventos así nos recuerdan que el mundo de los libros está
conectado con la sociedad en su conjunto y que la cultura es un valor que
trasciende lo económico, capaz de emocionar, transgredir, renovar y purificar. Hoy tanto como siempre, o quizá más que nunca.
Un evento interesantísimo que en nuestra Zaragoza no existe. Respecto a revistas digitales yo visito a menudo y he escrito algún micro en La Esfera Cultural, besos
ResponderEliminarSí, son eventos de grandes dimensiones que solo se organizan en las capitales, aunque en Zaragoza también hay una actividad cultural interesante. No conocía la revista, será un placer visitarla.
ResponderEliminarBesos
MUY BUEN VIDEO ME ENCANTO Y LO VOLVI A VEWR VARIAS VECES GENIAL
ResponderEliminarY aún es mejor verlo en directo. Los slamers son poetas y actores, cómicos y críticos. Vale la pena seguirlos de cerca.
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