La peor tristeza es aquella que se ha insertado en nosotros de tal manera que ya casi ni la distinguimos de un estado normal del ánimo. Es aquella de la que nada puede aprenderse y que se ha vuelto parte de la rutina. En cambio, una tristeza puntual puede ser un faro que alumbre nuestro interior.
Al fin y al cabo, como enseña Rilke con brillantez y profundidad en sus Cartas a un joven poeta, http://www.librosenred.com/TriviaRegalos/1a2s3d4f/6515-Cartas%20a%20un.pdf es en su interior donde cada ser humano graba su destino, y donde debe buscar las respuestas que necesita.
En vez de eso, la mayoría de mortales nos dedicamos a olfatear confusamente en el exterior, lo que nos sitúa a completa merced de la intemperie y del azar. Lo que llamamos oportunidad es con frecuencia un señuelo que no sabemos reconocer. A diario nos sobrevuelan cientos de señuelos, algunos con verdadero atractivo, que nos alejan de nuestro centro. Pocos comprenden a los sabios solitarios que se recluyen y se escrutan a sí mismos con sinceridad, sin miedo a encontrar joyas envenenadas u obsesiones ocultas. Porque puede uno visitar cada país del planeta, pero nunca conocerá todos los rincones de su mente.
No sé si hay una persona en el mundo completamente feliz, pero si existe tal vez esté tan vacía por dentro como las arcas del Estado. Yo no quiero la felicidad del salvaje ni la del ignorante. Lo que busco es una felicidad ilustrada, si bien creo que tampoco existe. Pero es de sobras conocido que lo esencial es la búsqueda, no los resultados que arroje.
Pienso que la felicidad real, o a la que podemos aspirar los que no queremos esa felicidad que hablas, es la que se obtiene después de haber entendido que el camino que nos lleva a la consecución de los objetivos es lo que nos puede dar momentos en los que nos sintamos bien y que nos hagan felices de verdad (y genuinamente) durante un instante. Tras eso, deberemos quedarnos con lo conseguido y mirar adelante. No es una felicidad como la que nos han enseñado en la cultura del consumismo, sino otra cosa.
ResponderEliminarLa felicidad como la libertad, como el amor, como la verdad y como tantos otros conceptos, no son más que eso, conceptos que se utilizan para pensar, para hablar de ellos y hasta para escribir con ellos, pero muy pocas veces para sentir con ellos, y casi nunca, o muy raras veces, para llenar la imaginación con ellos. Vivir es más una cuestión de percepciones que de concepciones. Cuando pensamos en la vida, ésta se convierte en un concepto, y como tal, queda a la par que el triángulo o que el punto o que cualquier otra cosa como las que se enseñan en la escuela, y nada más. Pero creo que no hay nada más triste que esto, que hacer que la vida tenga las mismas cualidades que un punto o que un triángulo isósceles. Bueno, pero esto no es más que una reacción hecha con palabras, dentro de las cuales están también la emoción de pensar en la libertad de vivir, a veces con alegría y a veces casi hasta con felicidad.
ResponderEliminarSaludos
Me parecen muy acertadas vuestras reflexiones. Lo que comentas del triángulo me recuerda a las teorías de Platón, aquello de que la auténtica realidad no es lo que percibimos, ni lo que existe realmente en el mundo físico, sino tan solo su representación idealizada. Sin duda esta forma de pensar ha resultado muy perjudicial, incluso para el progreso científico, puesto que muchos griegos llegaron a despreciar el experimento como una forma válida de indagar en la consistencia del mundo.
ResponderEliminarSaludos cordiales
Entonces, si lo importante es la búsqueda, ¿todavía queda esperanza para mi? Me has sacado una sonrisa, como siempre. Sigue escribiendo y reflexionando así, haciéndonos sonreir, pensar, y no dejar de buscar...
ResponderEliminarSiempre hay esperanza para todo el mundo, Pandora :) Gracias por valorar así mis textos, es importante para mí.
ResponderEliminarUn abrazo
Cierto, que lo que importa es el viaje, y lo que a través de éste descubrimos. La felicidad es a veces un ilusión envenenada y vacía, sobre todo en el mundo en que vivimos donde la hemos ido a instalar en lo superfluo, o lo anodino, en lo vacuo sin vislumbrar el peligro que esa ilusión esconde.
ResponderEliminarlos ángeles fueron sus musas...entre otras
ResponderEliminarSaludos.
Buen artículo señor Gamissans, yo mas bien pienso que la felicidad es un verdadero tesoro que la vida nos regala por igual a todos, pero a su santo capricho. No podemos comprarla ni prestarla ni acumularla. Esas con las condiciones del funesto contrato que nos lleva por la calle de la amargura, dejándonos la vida entera leyendo la letra pequeña y buscando la forma de fabricar ese sentimiento a placer y con ímpetu de hacerla eterna. Pero de algo nos hemos olvidado. No hemos caído en la cuenta que es precisamente en esa volatilidad que la caracteriza, donde reside su valor. Y que si viene por sorpresa, será porque nos conoce y sabe que si avisara de su llegada; ya nos ocuparíamos nosotros, dada nuestra idiosincrasia, de atrapar, manipular, rentabilizar o estropear ese mágico y efímero milagro que aún es gratis, imprevisible, libre y accesible al común de los mortales.
ResponderEliminarVosotros podéis buscarla donde os apetezca, que a mí solo me queda brindar por la felicidad con los amigos, y esperar a que quiera posarse ligeramente sobre mi hombro.
https://www.facebook.com/javier.urbanejademontenegro
Gracias a todos por seguir el blog en estas calurosas jornadas veraniegas (al menos en España) y por enriquecerlo con vuestras opiniones y aportaciones, tan valiosas como las mías. Siento no estar tan atento a la hora de contestar comentarios y de publicar nuevas entradas. Ahora mismo dispongo de una conexión a Internet bastante pobre, pero confío en publicar nuevo contenido esta semana.
ResponderEliminarUn abrazo a todos
Excelente tu artículo, Carlos, por objetivo y por bien hecho. Pienso que la BUSQUEDA de la felicidad -principal motivador humano, cifrada en el poder, el placer, la espiritualidad o la afectividad- más que la felicidad misma, es el único logro posible por más de un breve lapso, y eso gracias a la esperanza. Apoyo plenamente lo que dices en cuanto a la importancia de la búsqueda interna, pues los señuelos externos son distractores que están sólo para obstaculizar el autodescubrimiento del ser humano y restarle capacidad de realización. Yo estoy tan familiarizado con la insatisfacción rayana en tristeza, por no ser capaz de ajustarme plenamente a este tipo de mundo con sus metas y valores, que buscar la felicidad ya pasó en mi caso a ser un objetivo secundario y, paradójicamente, mientras menos resisto a la realidad y más la acepto, más felicidad he conocido, traducida como íntimo contento y paz duradera. Desde esa experiencia, te entiendo muy bien. Un abrazo y cordialmente bienvenido a mi blog LOBIGUS.
ResponderEliminarLas personas pasan toda su vida buscando la felicidad sin encontrarla, pero lo que no comprenden es que está en sus propias manos crearla. ¡Sí, crearla! Porque de nuestros esfuerzos, de la forma en cómo tratamos a nuestros semejantes, de la constancia, de la fe, o de lo que sea, es que nos sentimos plenos, seguros, satisfechos, y hasta felices.
ResponderEliminarCreo que debemos quedarnos con lo espontaneo que es todo, con el papel que el azar toma en nuestra vida y que nos permite pasar de la mayor de las tristezas a un estado de euforia en apenas segundos... Todo sería mas triste si fuera previsible, la felicidad no es algo concreto, no es una cualidad tangible; sino un ente abstracto que premia a la gente a su antojo, sin ser justa, pero proporcionando momentos de autentico ardor... No vale la pena buscar ese estado de felicidad, sino esperar que los pequeños golpes de suerte creen ese circulo de pequeñas cosas que nos mantienen cómodos y realizados.
ResponderEliminarGenial como siempre Carlos.