Hace tiempo que aprendí a ser siempre
culpable.
No vale la pena defenderse de aquello que
escapa a mi comprensión.
Es mejor disfrutar el sabor de la derrota,
así como la placidez de la indiferencia.
Me asustan las grandes pasiones.
Cada vez me asemejo más a un paciente reptil,
silencioso y con esmoquin.
No tengo hambre ni sed
y mi sangre está en remojo.
Ni el chaparrón más intenso me empapa.
El calor y el frío han dejado de preocuparme.
Pero tengo la perpetua sensación de que me
olvido algo,
de que existen más realidades de las que
puedo ver.
Cualquier día saldré a caminar en la aurora
del bosque,
me sentaré junto a un lago y veré mi
rostro nuevo en sus aguas.
Entonces borraré este poema de mi
memoria.
Espero que ese día llegue pronto...tal vez asusten las grandes pasiones, los chaparrones intensos, el imposible olvido... pero creo, firmemente creo que en la vida hay que mojarse... Un placer leerte Carlos. Un beso
ResponderEliminarSí, tal vez ese día ya ha llegado. Últimamente mis percepciones cambian de forma casi constante. Gracias por comentar.
ResponderEliminarUn abrazo
Los espejos del agua, lugares para borrar recuerdos.
ResponderEliminarO para inventarlos, como haría Antonio Machado.
ResponderEliminar¡Saludos!