La locura se abre camino cuando se concede la categoría de real a aquello que solo existe en la mente. Por lo que respecta a los sueños, son reales como alucinación, como entretenimiento nocturno del cerebro, y la capacidad de discernirlos es realmente valiosa. Sin embargo, no tienen la misma sustancia que los sucesos de la vigilia. De hecho no poseen sustancia alguna, aunque tal vez sí esencia. Pero, si pusiéramos los sueños al mismo nivel que los actos, tampoco distinguiríamos entre voluntad y acción, y no creo que nadie en su sano juicio discuta la trascendental diferencia que las separa. Del mismo modo, sería imposible determinar dónde empieza el periodismo y dónde acaba la literatura, o viceversa. Por desgracia, esto último no está tan lejos de acontecer.
A veces resulta penoso que al ser humano le cueste tanto percatarse de que sus deseos no tienen por qué coincidir con la realidad. Además esto le ocurre incluso a inteligencias prodigiosas. La locura y la genialidad van aparejadas con frecuencia. Por otra parte, un exceso de racionalidad es también irracional, puesto que es utópico pretender que el cerebro sea capaz de abarcar por completo la compleja realidad en que se ubica.
Una de las grandes enseñanzas del budismo es la aceptación de los propios límites. No dudo de que tal cualidad sea valiosa para el hombre. Ahora bien, ha sido la ambición desmedida, la genial irracionalidad la que ha impulsado a nuestra especie a otro nivel que los demás seres vivos no pueden siquiera vislumbrar. La voluntad de crear y descubrir solo se explica por una ambición casi ilimitada. Por ello defiendo en este blog la necesidad de la locura, del apetito insaciable de saberes, del mal disimulado deseo de ser algo parecido a los dioses que inventamos.
Creo que la vida resultaría insoportable si en nuestro vivir no hicieramos las locuras necesarias. Me parece que la locura es como un sueño que agudiza y asimila las complejidades que en la vigilia se nos "escapan".
ResponderEliminarSaludos
Los locos ven cosas que los cuerdos no ven, pero eso no quiere decir que todas ellas sean despreciables. A Leonardo da Vinci lo llamaron loco por tratar de volar y, aunque no lo consiguió, dio algunas claves que fueron muy útiles siglos después.
ResponderEliminarMe alegro de leer de nuevo un comentario tuyo, Bocanegra. ¡Saludos!
Chapó... la racionalidad quizás sea necesaria para vivir en una sociedad absurda dónde tenemos que sobrevivir encontrando algo de lógica a sus incoherencias destructivas. Pero esa "locura" irracional y creativa, a veces nos salva de la locura real.
ResponderEliminarNo cabe duda de que la razón tiene sus limitaciones. No siempre tiene razón ni mucho menos. Os dejo para la reflexión un par de frases del poeta y dramaturgo Antonin Artaud:
ResponderEliminar“Un loco es un hombre al que la sociedad se niega a escuchar”.
“Nada espiritual puede ser alcanzado por medio de la razón o la inteligencia”.
Siempre tan bien puestas vuestras palabras. Solo agregaré otras, para seguir jalando la madeja hasta donde se pueda; se me ocurre: Es loco aquel que está limpio de todo poder, San Agustín. Nos leemos.
ResponderEliminarGracias por tu aportación, Joseph. Yo a veces creo que el universo es el sueño de un loco.
ResponderEliminarUn abrazo
Qué hubiera sido de la humanidad sin esas tantas cuotas de locura que los grandes hombres y mujeres han sabido aportar? No lo quiero imaginar. Gracias, loco. Saludos desde Buenos Aires y felicidades por la publicación de tu libro. Por algún motivo tecnológico, supongo, no estoy pudiendo comentar en tu post anterior.
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