En la última entrada del 2011 os muestro una página del libro que ya tengo en mis manos y publico el primer relato que aparece en él. Aunque a muchos os lo regalaré, os recuerdo que estará disponible a partir de enero en El Corte Inglés de Zaragoza y en la página web del Instituto Aragonés de la Juventud.
Os agradezco el tiempo que habéis dedicado a leerme y a comentar mis textos; espero que el año 2012 sea mejor que el que termina en todos los sentidos. Yo prometo seguir escribiendo con mayor entusiasmo si cabe. Ya he revisado la mayor parte de mi novela y confío en que esté lista dentro de pocos meses. Seguiremos compartiendo literatura en este y otros espacios de la red, pues la fuerza de las letras sobrepasa cualquier tipo de frontera.
¡Feliz año a todos!
Un examen muy revelador
Faltaban apenas unos minutos. Otra vez tendría que enfrentarse al examen cuya reválida no se acababa ni se aliviaba nunca. Intuía que las oportunidades para aprobar no eran infinitas, pero también que no se podía conocer cuántas le restaban. Lo único evidente era que, año tras año, iba quedándose más solo. Algunos de sus amigos (los menos) ya habían superado la prueba en sus años de instituto, otros lo lograron durante su periplo universitario o de formación superior y los más rezagados lo consiguieron con posterioridad a sus estudios.
Entró en la Sala del Examen guiado por unas flechas dibujadas en el suelo. En aquella ocasión se encontraba en un parvulario. Aunque siempre tenía el mismo aspecto, la Sala del Examen nunca se hallaba en el mismo sitio. Su ubicación no se conocía hasta unas horas antes de la prueba. Cómo se trasladaba de un lugar a otro, no se sabía: formaba parte del misticismo de la evaluación.
La Sala del Examen era un espacio cerrado de paredes blancas, lisas, con carteles marrones que ponían “prohibido tocar”. Sin embargo, el techo de la estancia era rojo carmesí, con dibujos negros de geometría absurda; figuras cuadradas coronadas por un triángulo o rectángulos que se iban cerrando sobre sí mismos hasta replegarse en un círculo. El suelo asomaba color carne, como una piscina inocente.
Debía afrontar la prueba en solitario. El silencio que se respiraba era inaguantable, como si todo el ruido de la ciudad se hubiese disipado, y todas las voces, los coches e incluso el aire se hubieran detenido para observarle. Suspiró y empezó a avanzar con precaución hacia el folio que habían dejado sobre una mesa añil, sin silla que la acompañase, en el centro de la sala. Antes de coger el papel trató de serenarse. Aquello no podía resultar tan difícil, si lo analizaba bien. La pregunta del examen siempre se repetía y, además, las respuestas correctas eran infinitas. ¿Cómo demonios no podía hallar siquiera una contestación salvadora?
Suspiró de nuevo, sacó un bolígrafo del bolsillo del pantalón con los dedos temblorosos y agarró el papel. El folio amarillento, mal reciclado, tenía un tacto áspero y un tufillo a sudor. Quizá esa misma hoja se había empleado antes para otros muchos examinados que no lograron responder. Él mismo empezó a sudar y el bolígrafo se le escapó de entre los dedos. Sin recuperarlo leyó la pregunta, escrita con tinta roja: ¿Qué quieres hacer con tu vida? Dejó el folio en la mesa con la suavidad de la derrota. Una vez más, no tenía respuesta.
Buen relato, Carlos :)
ResponderEliminarSerán muchos los que dejen la hoja en blanco...
¡Que tengas un feliz año!
Este es el relato que abre el libro, con la idea de introducir al lector en el viaje literario que le propongo. Me alegro de que fuera de tu agrado. ¡Feliz año para ti también, Sergio!
ResponderEliminarUn buen relato con un sorprendente final.
ResponderEliminarun fuerte saludo
fus
Me alegro mucho Carlos, es una gran forma de terminar el año.
ResponderEliminarEstoy terminando de leer el libro ya, es ágil.
Un beso
Desde luego que sí, pensé que me costaría más tiempo publicar mi primer libro. Espero tu opinión con mucho interés.
ResponderEliminarBesos
Felicidades por tu libro, y suerte.
ResponderEliminarMe gusta el relato. Me quedo por aquí, con tu permiso.
Feliz año. Un saludo.
Muchas gracias, Julio, y sé más que bienvenido al blog. Un cordial saludo y los mejores deseos para el año entrante.
ResponderEliminarMuchas felicidades, Carlos.
ResponderEliminarQue tengas un buen año 2012, lleno de proyectos y salud para luchar por ellos.
Un abrazo.
Me encanta este relato, como casi todos los que he leído tuyos!!
ResponderEliminarSigue así por tí y por la gente que confía en la destreza del amplio vivir de tus letras!!!
un abrazo y te deseo un feliz 2012 lleno de éxitos e ilusiones por cumplir, pero sobretodo mucha salud!!
Muchas gracias a las dos, lo mismo os deseo a vosotras. Bueno es que recordéis la importancia de la salud, más ahora que me encuentro un poco resfriado jeje.
ResponderEliminar¡Abrazos!
quizás en 2o12 sepamos responder...
ResponderEliminargood work, boy! ;)
feliz fin de año =)
xox
Muy interesante! Buena pregunta para acabar el relato, Mucha suerte con el libro!
ResponderEliminarBesos!
Un buen relato, como todos los que escribes, Carlos. Te deseo un feliz Año Nuevo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un buen relato Carlos, te sigo. Me gusta tu estilo. Talvez podamos intercambiar experiencias. Siendo tan joven tienes cualidades, que bueno. Felicadades
ResponderEliminarAlberto Acosta Brito
http://albertoacostabrito.galeon.com
Nuevamente felicitaciones por el libro, me llevo el link al facebook para compartirlo. Buen relato, salvo por escribir que es lo único que respondería con certeza absoluta, estaría como nuestro amigo repitiendo la prueba eternamente. Un fuerte abrazo y que el año entrante este colmado de éxitos y lectores para tu libro.
ResponderEliminarGracias a todos por vuestros comentarios y buenos deseos para el 2012. Espero que sigamos leyéndonos por mucho tiempo y que la crisis sea un acicate para la creatividad.
ResponderEliminarAbrazos
Muy buen relato. Por suerte, creo que habría superado ese examen.
ResponderEliminarUn saludo
Andrómaca.
¡Tío, por fín! Supongo que la sensación que te habrá embargado cuando has palpado tu libro debe ser indescriptible. ¡Enhórabuena!
ResponderEliminarMe ha gustado mucho el relato.
¡Feliz 2012, amigo Carlos!
Un abrazo.
Francisco
Estimado Carlos, tu relato kafkiano me ha hecho pensar hasta que punto las institucionalidad se ha metido en los poros de la vida.
ResponderEliminarUn abrazo y, desde luego, que tengas un fructífero año 2012.
Hasta pronto
Gracias a Andrómaca, a Francisco y a Bocanegra. No os falta talento para escribir y sois buenos lectores, así que valoro vuestros comentarios especialmente. Podéis considerar este blog como vuestra casa (sé que no protege mucho del frío por las noches, pero algo es algo).
ResponderEliminar¡Feliz 2012 a todos!
¡¡Carlos!! Buen relato :) Cuántas veces hemos visto o nos ha pasado esa situación llena de misticismo por no saber el lugar donde será el examen (totalmente verídico, por cierto). Si es el comienzo de tu novela, te deseo todo lo mejor con ella.
ResponderEliminarTe deseo también feliz año 2012 y que nunca nos desliguemos de este camino literario :)
Muy bien fenómeno, el relato me ha encantado y yo también tengo ganas de tener ese libro entre mis manos.
ResponderEliminarUn abrazo champion!