miércoles, 20 de julio de 2011

Puedo escribir esta noche las cosas más surrealistas...


Se mece un verso incomprensible en el limbo de una neurona. Miro como a un extraño mis poesías. En ellas se reflejan mis dudas, nada más. Quizá solo haya una resonancia, una distorsión dentro de mí que me empuja a perforar el abismo: un muro de palabras, un salto de avestruces, un miedo cervical, una ignorante duda, una brusca sutilidad, una fragilidad fútil. Un instante en que escribo y nada más. Eso es lo que pretendo, paralizarme en mis poemas, oír mis letras respirar, romper su intimidad y protegerla, acunarme en la eternidad de un suspiro.

No. No encuentro las palabras ni las busco. Escribo porque escribo, sin otro motivo. Mi poesía nunca madurará. No lo sé pero lo intuyo, y la intuición es más fuerte que la niebla del futuro o las ficciones de la razón. No tengo razón ni dejo de tenerla porque no digo nada. Me preservo de los preservativos, me convierto en un niño que juega al escondite consigo mismo porque no tiene amigos. Ese niño me mira, yo lo miro a él y no veo nada: su mirada me suplanta.

El árbol lo oye todo, mientras tanto, y sabe mucho. Sabe, por ejemplo, que para esconderse es mejor estarse quieto y no dar vueltas en busca de un mejor agujero donde caerse muerto. Sé que lo sabe y sin embargo yo no lo sé. Me choco contra el tronco y busco una fruta que no me sepa a hiel. Busco una palabra en el diccionario y me pierdo.

Me duermo y sueño que el niño se esconde en mi sueño y no deja de hacer preguntas, aunque ya sabe la respuesta y sabe que no le diré nada, porque en los sueños siempre me quedo sin palabras. Me despierto pero sigo soñando. Soy libre. No estoy obligado ni siquiera a volar: puedo escoger una vida de preso. Es más cómodo encerrarse que abrir las alas, pesadas como el plomo que llueve sobre mi cabeza y rebota.

No he entendido nada; he escrito esto en un insomnio, de pie frente al teclado. Mis ojos veían muchas formas que ya no recuerdo ni soy capaz de inventarme para que otros se las imaginen. Me voy sin cerrar la puerta, estas no se inventaron para cerrarse, sino para darles trabajo a quienes quieran abrirlas.

15 comentarios:

  1. Ostia puta¡¡ creo que es lo mejor que he leído en días por estos lares... muy, muy, muy,bueno muchos muys, bueno. Un saludaco fenómeno.

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  2. ¡Fantástico! De verdad, Carlos, tienes un potencial impresionante. Te leo, me leo, y ya no sé qué hacer... ;D
    ¡Un abrazo!
    Francisco

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  3. Jeje, no creo que sea para tanto. El otro día me apetecía escribir algo, pero no sabía sobre qué concretamente y salió esto. Me alegro de que os haya interesado.
    Abrazos

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  4. A veces los mejores viajes son los que que hacemos sin pensar en el adonde ni hasta cuál frontera. Nunca los planes ni los itinerarios serán la garantía de que viviremos el viaje.

    En tu texto, Carlos, encuentro ese misterio que se esconde en el escribir como aventura del ser: viaje mayúsculo.

    Saludos

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  5. Me atrae mucho la idea de escribir improvisando cada línea. Sin embargo, de momento no me atrevo a hacerlo en textos de mayor extensión que este. En la primera novela que traté de escribir así acabé por sentirme muy perdido. Quizá algún día la retome.

    ¡Saludos!

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  6. Gracias por haber entrado. Te devuelvo la visita con gusto y espero que sea sólo la primera de muchas más. Me gusta tu texto así, suelo, como sin sentido aparente. Déjalo que vaya donde quiera que sin duda será ahí donde debe ir. Un abrazo

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  7. Me ha gustado mucho este texto Carlos! Tiene expresiones muy conseguidas que crean imágenes muy claras en la mente y lo mejor es que al leerlo conserva esa frescura y naturalidad con la que ha sido escrito y se nota y lo valoras porque ves que quién lo escribe tiene talento por escribir algo tan visual, que llega tanto, de una forma tan inmediata. Enhorabuena.

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  8. Gracias a todos por vuestros comentarios, siempre consiguen motivarme para escribir nuevos textos, a pesar de andar enfrascado en revisiones de otros anteriores. Además aquí "caben" palabras que difícilmente tendrían salida en otros formatos. Es un placer compartirlas con vosotros, en lugar de encerrarlas en mi mente o en documentos olvidados del ordenador.

    Saludos cordiales

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  9. Hola Carlos!
    Vengo desde Zaratustra a conocerte.
    ¿Sabes?
    A veces,sin que nos demos cuenta,las letras nos apisonan,arrollan nuestros sentidos pulverizándolos y es entonces(también sin que lo notemos)cuando escribimos de verdad desde lo más hondo de nosotros.
    Y luego leemos apabullados las maravillas que han formado y cuántos sentires nuestros vemos en sus formas.
    Me ha gustado leer ese interiorismo tuyo de sueños sin sueños,de la reflexiva opinión sobre tu poesía(que madurará ya verás)de escondrijos y puertas...
    Me ha gustado mucho leerte de verdad.
    Voy a seguirte si no te importa.
    Besos.

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  10. Bienvenida al blog, Marinel. No solo no me importa que me sigas, sino todo lo contrario. Y creo que tienes mucha razón en lo que dices.

    Besos

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  11. Aún creo que entro a tu blog por esa manera tan filosófica de escribir, tan inteligente.
    A veces no sabemos dónde refugiarnos. Reflejando de alguna manera, lo que llevamos.

    ¡Genial!

    Saludos.

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  12. Hermoso y no creo que sea tan improvisado como decís por ahí... Sólo que, a veces, la mente nos gasta una broma y permite que se nos escapen genialidades como la que acabo de leer. Me encantó.

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  13. Hola Carlos, encantada de estar por estos lares y encontrarme con el inconsciente desatado y libre para escribir todo aquello que brota de él, sin ser corregido por el consciente...
    Me encantó leerte.
    Un saludo

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  14. Charly amigo!, genial improvisacion!,
    mis poemas siempre los hago de la misma manera!.
    Lo disfrute mucho realmente!
    saludos amigo!

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