Bruno Bernal disfrutaba, sereno y plácido, de la caricia de las tijeras sobre su cabello. Su peluquero de toda la vida, el señor Ramírez, siempre se lo dejaba de la misma forma. No eran necesarias las palabras para establecer el modo en que se efectuaría el corte: bastaba un leve gesto afirmativo de Bruno que confirmaba, una vez más, la repetición del trabajo. Bernal permanecía con los ojos cerrados desde el instante en que se iniciaba el corte hasta su finalización, como en éxtasis, aislado por completo de la realidad. El señor Ramírez, ante la nula locuacidad de su cliente, oía la radio mientras cortaba los cabellos con la precisa monotonía de quien siempre se ha dedicado a lo mismo. De pronto el peluquero dejó caer las tijeras y exhaló un grito ahogado. Molesto por la súbita e inexplicable interrupción, Bruno abrió un poco los ojos y dirigió una mirada lacerante al señor Ramírez. -¿Qué demonios pasa? —gruñó sin disimular su irritación. -¿No ha escuchado la radio, señor? -¡Por supuesto que no! ¿A quién le interesa lo que digan un puñado de incompetentes elevados a la categoría de comunicadores por la ignorancia del resto? -Pero mire lo que están diciendo… -¿Mirar la radio? ¿Desde cuándo se mira la radio? Si oírla ya es un desatino, ¡peor aún será mirarla! -¡Están diciendo que han llegado a la tierra miles de seres extraños provenientes del espacio exterior! -Qué sandez. Será una campaña de publicidad o una broma de la cadena. ¡Se creen muy graciosos estos periodistas! El señor Ramírez corrió al aparato de radio para buscar otras emisoras. En todas se había interrumpido la programación y solo se oía un vago murmullo de tábano, de modo que volvió a poner Aragón Radio, en cuyas ondas el locutor narraba con extraordinaria emoción la llegada de “alienígenas de diversos colores y del tamaño de un niño” a distintos puntos del país. En cuanto escuchó que se habían producido avistamientos en Zaragoza, Ramírez salió corriendo de la peluquería para comprobarlo con sus propios ojos, dejando a Bruno con el pelo a medio cortar y la ira en plena ebullición.
Me gusta...para cuándo el primer capítulo¿? (presupongo yo que ésto es el prólogo xD)
ResponderEliminarEl primer capítulo se prolonga un poco más, en efecto. Ayer terminé el número once, esto ya va cogiendo forma.
ResponderEliminarMe gusta! La historia, y el blog en general!
ResponderEliminarTe sigo ;)
Hola Marta, bienvenida al blog. Me alegro de que te guste el inicio de la historia. Ahora mi trabajo como escritor consiste en no malgastar tu interés.
ResponderEliminarEh tú! ¿Acaso piensas hacer explícito tu odio hacia el periodismo en todos tus escritos? Jaja! Me ha gustado...y mucho!!
ResponderEliminarpd: quiero seguir leyendo pronto!
Jaja, no me responsabilizo de las palabras de mis personajes. Aunque es cierto que muchos escritores, sobre todo los que han estudiado periodismo, dejan algún recado a los periodistas. Sigo contando contigo como lectora.
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