martes, 1 de mayo de 2012

Inspiración mortal




Había una vez un joven escritor que deseaba conocer a la Inspiración y nutrirse de ella. Escuchó que estaba predicando en un pueblo y se dirigió hacia allí. Por el camino se encontró a un anciano que acarreaba una gran carga de leña. Sin saber por qué, se le ocurrió que aquel hombre debía de haber experimentado grandes aventuras y que podía ser el protagonista de su novela. Se quedó observándole ensimismado (tal vez un par de horas), hasta que lo perdió tras unos arbustos. Al llegar al pueblo, el escritor descubrió lleno de pesadumbre que la Inspiración se había marchado.
 
Preguntó en varias casas, averiguó su nueva ruta y se puso en marcha. Cerca de su destino divisó a una mujer desnuda que nadaba en un lago. Le dio la sensación de que no lo hacía con demasiada habilidad; cuando se acercó a la orilla, comprobó con horror que se había ahogado. El tiempo que perdió con el incidente provocó que la Inspiración se le escapase de nuevo.
 
Pasaron décadas y el joven se convirtió en un viejo leñador cuyos libros nunca salieron de su mente. Por más que persiguiese a la Inspiración en cualquier parte y por cualquier medio, siempre llegaba tarde.
 
Un día le soplaron que se hallaba en un pueblo próximo, pero que estaba muy enferma y no viviría mucho. Confió en que, en tan penosas condiciones de salud, no se le escabulliría. Recorrió a gran velocidad el sendero que conducía al hospital donde la Inspiración agonizaba. La emoción se le desbordaba en la sangre. Sus febriles conjeturas acerca de los ojos, la voz, la personalidad y los pechos de la Inspiración fueron demasiado para él y padeció un infarto. Cuando recuperó el conocimiento, estaba en la sala del hospital y le atendía una bella enfermera. Al verla, sus pulsaciones se aceleraron y lanzó un grito: “¡Por fin he encontrado la Inspiración!” Segundos más tarde, su corazón se detuvo.

11 comentarios:

  1. La inspiración jamás debería ser tirana de la creación. Y será necesario, poder abarcarla...

    Un gran abrazo, Carlos Gamissans!

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  2. Siempre he tenido la teoría de que confiar únicamente en la inspiración es condenarse a pasar hambre.

    ¡Un abrazo y gracias por comentar!

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  3. Inspiración, talento, técnica y... ¡un buen mecenas! (O unos cuantos pesos, dólares, euros... que no tengo). La industria editorial está bastante tirana... y los pobres escritores nos vemos en la necesidad de apoyarnos unos a otros, lo que no está tan mal después de todo. Éxitos. Nos estamos escribiendo. Te devuelvo el favor.
    Andrea V. Luna
    http://andreavluna.blogspot.com

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  4. No hay favor en aquello que se hace por placer :) Nos leemos.

    ¡Saludos!

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  5. Ingenioso cuento o fábula con cierto suspense, aunque lo que el leñador encuentra al final no sé yo si llamarlo inspiración :-)

    La inspiración está en todos los lugares y en todo momento, pero muchos miran sin ver y oyen sin escuchar.

    Gustau (Quanta)

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  6. ¿La inspiraciòn llega o se busca?

    un abrazo

    fus


    PD. Me ha gustado tu relato.

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  7. Pobrecillo.

    Y pensar que se encontró con ella en todas las ocasiones en que la buscaba y no supo reconocerla en ninguna de ellas :)

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  8. Yo creo que la inspiración está dentro de nosotros, aunque a veces se manifiesta a raíz de una impresión exterior. Por supuesto, hay que cultivarla con una mirada atenta. En mi opinión, no es algo tan súbito como suele pensarse.

    Abrazos

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  9. Está muy bien, como siempre, Carlos. Casi que interpreto que la moraleja es que no pierdas todo el tiempo con buscar a la inspiración ya que es ella la que se aparece a ti cuando menos te lo esperas. Y bien cierto es, compañero. Incluso observando un árbol te puedes imaginar una aventura en una selva. Te felicito y te animo a continuar regalándonos tus relatos y pensamientos, ya que siempre son dignos de ser leídos.

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  10. Gracias por tus palabras, Jacacos. Es un placer compartir textos con lectores como tú.

    Saludos

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  11. Joder, qué pobre hombre. Ambos, más bien. Lo que no he entendido muy bien es la "moraleja" del relato :S

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