miércoles, 28 de mayo de 2014

Entrevista a Antón Castro: “El periodismo ha sido el gran enemigo del periodismo”

Confiesa que tiene miedo a la oscuridad, pero es una luz en el panorama cultural aragonés y español. Gallego de nacimiento, aragonés de adopción, de él se ha dicho que le ha puesto mar a estas tierras con su imaginación. Hablamos de Antón Castro, autor de más de treinta libros y ganador del Premio Nacional de Periodismo Cultural en 2013. Aunque dice que las nuevas tecnologías “han creado adicciones y una nueva forma de esquizofrenia”, él también es bloguero. Su espacio, que ha recibido millones de visitas, le ha permitido “tener otras vidas e indagar en la cultura de maneras muy diferentes”. Por él han pasado toda clase de personajes, incluso yo: http://antoncastro.blogia.com/2011/082901-el-blog-de-carlos-gamissans.php 
 
Antón es una persona humildemente sabia, capaz de recitar (pero no como quien repite una lista aprendida, sino con el entusiasmo propio de quien conoce sus obras) una pléyade de más de veinte creadores, en respuesta a una vaga pregunta. En las páginas del Heraldo de Aragón, en el suplemento Artes y Letras que dirige, en el tristemente extinto programa Borradores y en infinidad de tertulias, conferencias o presentaciones, no se cansa de divulgar y defender la cultura, que considera “imprescindible para cocinar, para hacer el amor, para vivir… pues enriquece constantemente, ayudándonos a encontrar la sensatez o buscar la transgresión”.   
 

Cine, literatura, pintura, fotografía… cualquier expresión de la creatividad merece su interés. Pese al mal momento que atraviesa la industria cultural, que a veces convierte a los artistas “en una especie de mendicantes o limosneros en busca de obtener la recaudación necesaria”, considera que “las ganas de crear son tan grandes que muchas veces superan todas las dificultades”.
Pero Castro es mucho más que un divulgador. La calidad y variedad de sus obras prueban su talento como autor literario. La última de ellos, Seducción (Editorial Olifante), contiene “poemas oníricos y carnales, elementos autobiográficos y homenajes a Felix Romeo, José Angel Valente o Ana María Matute”. Aunque no se siente un “poeta puro”, ha cultivado principalmente este género junto con el relato breve. “La poesía permite mayor preciosismo y condensación, mientras que el cuento está más supeditado a la eficacia narrativa. Utilizo la poesía para crear atmósferas, y el cuento para desarrollar historias y personajes”. Algunos como Patricio Julve, fotógrafo de la belleza que recorre libremente su obra, ya forman parte de nuestro acervo literario. Antón revela que tiene en mente escribir una novela biográfica del personaje (incluido en las ficciones de varios autores) que complete su historia.   



La cafetería Gorricho, donde le entrevisté, fue el lugar en que germinó su penúltima obra, El dibujante de relatos (Pregunta Ediciones). Aquí se reunía con Juan Tudela, el ilustrador que puso imágenes a las historias de Antón. El libro destila un cariño especial por Zaragoza, su ciudad de residencia desde 1978, donde vino por un motivo amoroso… y se quedó, porque cree mucho “en las relaciones humanas, lo que supongo que me convierte en un romántico”, confiesa.
Crisis. Una palabra que parece ligada a la cultura, para bien o para mal… y también al periodismo, donde el paro, la precariedad y la inestabilidad laboral alcanzan todos los niveles. Cuestionado acerca de su pasión-profesión, Castro se muestra autocrítico: “El periodismo ha sido el gran enemigo del periodismo, que ha de recuperar una deontología más sólida y hallar su sitio en esta sociedad de la tecnología”. Se necesita “rigor y esfuerzo para no denigrar el oficio”. También lamenta que algunos periodistas “quieran ser siempre excepcionales”, pues hay veces que “la genialidad no se entiende”. Reivindica el papel del “periodista de batalla”, que en el fondo es quien más dignifica la profesión. Considera que el éxito auténtico “tiene un componente de sorpresa y alumbramiento”, y está siempre precedido por un fuerte compromiso “con uno mismo, con el lenguaje y con la realidad, huyendo de la urgencia de la fama”. Consejos que, salidos de sus labios, nunca suenan arrogantes.  
La conversación con Antón gira y gira, siempre amena e imprevisible como el viento. De pronto me habla de la crónica, “un género rico y maravilloso que quizá se está perdiendo, con la única esclavitud de la realidad”. Cadena que es más bien fuente de inspiración, “pues no hay nada más fascinante, rico e inverosímil que la propia realidad, donde lo increíble sucede a todas horas”. La ficción se nutre de esos relatos y los adapta a su código narrativo. “La escritura es artificio, pero en tu propia sinceridad no hay artificio”, afirma con determinación.
Le hablo de mi novela aún inédita y me contesta que escribir es emprender “un constante esfuerzo de perfección, a veces traumático”, y que los libros nunca son tan buenos como deberían, solo “están en camino de serlo”. Los suyos, sin duda, han recorrido un amplio trecho.  
 
 
 
 
 

martes, 20 de mayo de 2014

"Blanqueemos" las elecciones europeas

No suelo hablar de política en el blog pero, por supuesto, no soy indiferente a la crisis de casi todo que atravesamos, en cuya interminable agonía los políticos tienen no poca responsabilidad. En los últimos días nos hemos visto obligados a soportar carteles propagandísticos, vehículos voceando consignas, debates estériles y declaraciones insustanciales (en cambio, las reflexiones sobre lo que es y debería ser Europa han brillado por su ausencia).
 
Soy de los que piensan que España debe integrarse en Europa, si pretende ser algo más que una mera comparsa a merced de las potencias emergentes y el gigante estadounidense, que todavía se sostiene como guardián y dueño del mundo. Sin embargo, al igual que me sucede en las elecciones generales y autonómicas, no sé a quién votar. Considero que el sistema de representación, limitado a votar cada varios años a formaciones políticas a cual más turbias, y la supuesta libertad que nos otorga de elegir nuestro destino, es una completa farsa. Por ello pensaba abstenerme, como vengo haciendo en las últimas elecciones. Pero el otro día, de pura casualidad, mientras caminaba por la Calle Alfonso, una mujer sonriente me entregó la cédula de Escaños en Blanco.




Lo que leí me pareció interesante y me informé un poco más a través de la web del partido (si puede llamarse así), que os recomiendo visitar: Escaños en Blanco. En resumen, prometen dejar sin ningún representante todos los escaños que les correspondieran en función de sus votos, algo que ya han logrado en algunas concejalías catalanas. Puesto que no me siento representado por ningún partido, esta me parece la opción más coherente para las elecciones europeas  y también para las posteriores, si no cambia mucho el anquilosado panorama político. Lo prefiero antes que votar en blanco o abstenerme, ya que esto acaba por beneficiar a los partidos mayoritarios y condena al ciudadano descontento al ostracismo más absoluto.
 
Si se pudiera dejar algún escaño vacío, además de ahorrar dinero en honorarios públicos, les daríamos a los políticos el toque de atención que sin duda merecen. A todos aquellos indecisos os animo a consultar su web, transparente como pocas, y a otorgarles su voto.   

martes, 13 de mayo de 2014

La aventura de publicar sin naufragar en el intento


Algunos amables lectores me han preguntado cuándo voy a publicar mi novela. Me encantaría dar una respuesta precisa, pero aún no conozco la fecha, el medio ni la forma. Todas las posibilidades, empero, siguen abiertas. En esta entrada voy a explicaros de manera sucinta los movimientos que estoy realizando con el objetivo de publicar el libro, por si el asunto os provoca curiosidad o por si ayuda a otros escritores que se encuentren en una situación similar a la mía.
 
Lo primero que busco son concursos en páginas como Escritores.org o Tregolam.
Los hay de muchas clases. Algunos están abiertos a todo el mundo, otros solo a determinados rangos de edad o espacios geográficos. Con frecuencia el tema de la obra es libre, a veces está prefijado por los organizadores. En mi caso, doy prioridad a los concursos para jóvenes o para autores noveles que no imponen restricción temática. 
El mundo de los concursos literarios daría para un ensayo. No faltan voces que claman contra la falta de rigurosidad y criterios sólidos en sus concesiones. Se dice que gran parte de ellos están dados de antemano, y que la calidad literaria no es el principal valor a considerar. Un periodista cultural que lo ha vivido de primera mano me contó alguno de los trucos a que recurren los organizadores para escoger al ganador, como seleccionar entre las finalistas un puñado de obras muy flojas con una única excepción, que es la que premia el jurado.
Sin embargo, debo reconocer que los certámenes me han dado bastantes alegrías en el género del relato breve, pues he recibido tres primeros premios y un segundo (huelga decir que careciendo de poderosas influencias). Por ello considero que vale la pena intentarlo con mi novela, en especial en aquellos destinados a autores jóvenes o noveles. Aunque la participación suele ser muy numerosa y las posibilidades de ganar muy bajas, algunos concursos premian a los finalistas con la publicación de la obra, lo que ya supone una notable oportunidad para un escritor que empieza.
Pero la búsqueda de los concursos más adecuados solo es una parte de la aventura. Las editoriales han sido, tradicionalmente, las encargadas de sacar del anonimato a los autores. Corren malos tiempos para la industria del libro, afectada por la crisis y perjudicada por su lentitud para adaptarse al nuevo paradigma digital (algo en lo que coincide con las empresas periodísticas, de las que tal vez hable en otro artículo). Por ello son pocas las editoriales punteras que permiten enviar manuscritos no solicitados. Esto obliga a afinar las pesquisas. No en vano se dice que, para hallar la editorial adecuada, debe seguirse un proceso similar a la búsqueda de empleo, es decir, nada de enviar el currículum (o la novela, en este caso) a diestro y siniestro, sino analizar bien el mercado y nuestros puntos fuertes para intuir dónde encajaríamos mejor.
Si todo esto nos abruma, también podemos intentar que una agencia literaria nos represente. De esta manera, dejaríamos en manos de profesionales la tarea de encontrar la mejor forma de publicar el libro. De lograrlo, el elenco de editoriales disponibles crecería enormemente, ya que muchas solo toman en consideración las obras de autores representados. Confieso que todavía no he enviado mi novela a ninguna agencia, pero tengo previsto realizarlo en breve. Obtener su apoyo simplifica la vida del escritor, que por lo general entrega de buena gana un porcentaje de sus derechos de autor a cambio de la labor promocional. Vale la pena intentarlo y esperar que no padezcan excesiva alergia al riesgo. Os dejo enlaces de agencias que permiten el envío de manuscritos.
Mi consejo para los autores noveles es que pasen por todas estas fases una vez hallan concluido una obra de la que se sientan razonablemente satisfechos: búsqueda de concursos, de editorial y de agencia. Mientras esperan con calma una respuesta (que suele demorarse varios meses, en caso de que llegue), pueden perfeccionar su libro, enviárselo a lectores de confianza, empezar otro o tomarse unas merecidas vacaciones. En mi caso, desde que acabé la novela no he dejado de escribir, pero lo hago con más inconstancia. Cuando me asalta una idea procuro cristalizarla en un relato; por ahora no me planteo arrancar otra novela. Creo que aún no estoy preparado.
Si pasan los meses y nadie apuesta por la obra, se abren dos alternativas: darse por vencido momentáneamente o publicar por tu cuenta. Esta última opción no debe plantearse como un fracaso o solución desesperada, ya que hay numerosos ejemplos de libros despreciados por agencias y editoriales que han cautivado a los lectores. Si quienes han leído la obra dieron un veredicto favorable (la opinión de madres y abuelas siempre se toma con precaución) y el escritor está decidido a publicarla, recomiendo la opción de Amazon, que analicé en este reportaje ya algo antiguo, pero aún vigente en su esencia.
 
Eso es todo por hoy. Si tenéis alguna duda sobre lo expuesto, intentaré ayudaros en la medida de mis posibilidades y conocimientos. Espero que nos sigamos leyendo por aquí y desmintiendo esa prematura sentencia de muerte que lleva años acompañando al mundo de los blogs. Qué leches, os quiero a todos.   
 
 

 

 

viernes, 2 de mayo de 2014

El humo del amor


Tomé el tren del amor,

pero decidí bajarme en la primera estación.

Y ahora veo con infinita tristeza

cómo los vagones se alejan.

 

A mi alrededor no hay más que desierto

y el humo del tren que envuelve mi cuerpo.

Cuando desaparece el último vagón,

aún no termina el sufrimiento.

Todavía escucho el rumor

y la tierra temblando bajo los cimientos.

 

Al fin me quedo solo y en completo silencio,

junto a la arena del desierto.