martes, 12 de abril de 2011

Léalo




Hace algunas semanas disfruté, entre la admiración y el asombro, una película de 1992, dirigida por Jean-Claude Lauzon y titulada Léolo, que contiene tanta poesía como muchos poemas juntos. Borgiana por momentos, kafkiana a ratos, trata sobre un niño que sueña. Pero la vida no es solo soñar. Por ello se convierte con tanta frecuencia en una desgracia. Y, cuando la herida de un sueño explota sobre el alma, no es sangre, sino lágrimas, el fermento que la desgarra. La recomiendo con ardor a cinéfilos y literatos.


Uno de los personajes de esta película es el llamado “domador de versos”. Me inquieta esa idea de que el verso necesita ser domado. Yo no soy capaz de hacerlo; tan solo dejo que se desboquen sin control. Versos anarquistas, versos con los ropajes que han querido enfundarse, sin el sentido que a mí me habría gustado que tuvieran… versos que consiguen enamorarme, aun a sabiendas de que son malos, versos seductores, con más galantería que arte, versos que no existen en mi mente ni en mi corazón, sino que toman vida propia al margen de mi voluntad… así son mis versos. Tan pocos míos como de cualquiera.


Todo está escrito, sí. Pero yo sigo creyendo que existe una fórmula secreta de palabras que revela algo más, algo nuevo pero que ha estado siempre. ¿Cómo atraparlo sin anular su contenido? ¿Cómo domar el lenguaje conservando su vuelo?

3 comentarios:

  1. A mi también me marcó esta película. Me la descubrieron hace años, pero casualmente volví a verla este año y me volvió a encantar.

    Yo también la recomiendo :)

    Saludos!!

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  2. Sin duda Leólo es uno de los niños con más personalidad en la historia del cine.

    ¡Saludos!

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  3. Hace más de dos años que me la recomiendan y entre unas cosas y otras aún no la he visto. Supongo que ya va siendo hora. Gracias por no destriparla y aún así hacerla apetecible, me gusta saber lo mínimo antes de ver una película y dejar que me sorprenda. Ya te contaré. :)

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