Cariño
Dices que siempre me
tendrás cariño.
Siempre: qué palabra tan
excesiva.
También dijiste que me
amarías siempre,
que querías envejecer a mi
lado
y tantas otras cosas.
Pero, admitámoslo,
el cariño puede durar más
que el amor.
Tal vez sí puedas
guardarme cariño
en lo que me reste de
vida.
Cariño.
Como yo se lo tengo a
algunos objetos,
o a las plantas que no he
sabido cuidar
y que han muerto en
silencio.
Como se lo tengo a
animales que ya fallecieron
y que iluminaron mi existencia
con sus breves correrías.
Tu cariño me duele como el
látigo del tiempo.
Tus palabras amables de
ahora
alteran tus apasionadas
muestras de amor del pasado.
Las vuelven irreales,
como un sueño bonito
del que tardé demasiado en
despertar.
Por eso, a veces, te pido
que me olvides.
Mas lo hago con poca
convicción,
porque olvido también es una palabra excesiva.
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