jueves, 5 de enero de 2012

La sonrisa de Stalin


Tatiana entró en la tienda de bisutería con intención de guarecerse del frío. Era una muchacha tan pobre como bonita. Durante los veranos paseaba su belleza en las calles, pero en el invierno gélido de la Unión Soviética hubiera cambiado toda su beldad por un abrigo que la protegiera de las inclemencias del tiempo.
Tatiana no tenía techo y vestía harapos, así que se adentró en la bisutería a semejanza de quien se apiña en torno a una hoguera. Desde el momento en que puso un pie en el local, el vendedor no parpadeó, ansioso por encontrarla incluso detrás de los estantes repletos de baratijas, a las que denominaba joyas. Enseguida se dio cuenta de que aquella chica era lo más parecido a una joya que había en su establecimiento. Vio cómo se fijaba en un collar un poco menos feo que los otros, lo cogía y se lo colocaba en el cuello. Mientras tanto una sonrisa se abría con dificultades en su rostro, como si hubiera olvidado los movimientos que la materializaban. El tendero, un hombre ya mayor con una larga barba plateada, se acercó a ella y le habló con amabilidad.

-¿Te gustaría quedarte con ese collar, jovencita?
Tatiana lo dejó en su sitio y retrocedió, alarmada.
-No sé cuánto vale, pero no tengo dinero para comprarlo.
-No importa… puedes pagarme con tu sonrisa.
-¿Cómo dice?
-Comercio con dinero. De lo contrario no sería vendedor. Pero me encanta tu sonrisa. ¿Por qué habría de pedirte monedas, si me has dado algo que considero más valioso?
El temor de la chica se convirtió en una mezcla de sorpresa y desconfianza.
-Pero yo no te he dado mi sonrisa. Ni siquiera la dirigía hacia ti…
-No te preocupes por eso. Si lo piensas bien no supone ninguna diferencia. Cuando pagas al vendedor tampoco le das el dinero; solo se lo prestas. En realidad se lo otorgas al Estado, que es el dueño de todo. ¡Hasta tu sonrisa le pertenece! Tal vez algún día la expongan junto a latas de comida o zapatos sucios. El único que tiene la propiedad de sí mismo es el Estado. Es una verdadera lástima que carezca de sentido del humor. De hecho, todavía no le ha sonreído a casi nadie.
Más aterrada que nunca, Tatiana salió corriendo. La próxima vez se lo pensaría mejor antes de mostrar su sonrisa a desconocidos.

10 comentarios:

  1. Esta "moraleja negra" posee la alquimia de nuestros días: materia-mercancía mezclándose con el mundo de las formas sensibles; todo para ser devorado por la gran boca del lobo-estado.

    Saludos

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  2. Interesante visión de un mundo que va perdiendo humanidad. Y cuando se la encuentra causa terror.

    Un abrazo,
    Blanca

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  3. Esta chica sabìa que las cosas no son gratuitas y en que momento le pediria algo mas que una sonrisa, todo esto motivado por una sociedad deshumanizada y mercantilista baja la doctrina comunista.

    un fuerte saludo

    fus

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  4. Así es, aunque debe reconocerse que el sistema capitalista también está produciendo una deshumanización preocupante. Espero que las formas más radicales de dominación política y económica sean mejor controladas en el siglo XXI.

    ¡Saludos!

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  5. ¡Muy bueno! Sutil y contundente, más de una historia. Te leo, saludos.

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  6. Me alegro de que te haya gustado, Joseph. Es un placer contar con tu presencia en el blog.

    Saludos cordiales

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  7. Bonito, crítico y sutil. Me ha encantado! :)
    http://elmanuscritodelalma.blogspot.com/

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  8. me recordó brevemente a la canción del barquero...
    bonito, suave :)
    me gusta.

    salu2!!
    http://cristina-zeta.blogspot.com

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  9. Y a mí me gusta que os guste :) Espero que nos leamos asiduamente, cada lectura y cada comentario contribuyen a darle un poco más de sentido al blog.

    Abrazos

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  10. Un texto con mensaje. Excelente, como siempre.

    Saludos, Carlos.

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