sábado, 4 de junio de 2011

Mi voluntad es mía


Decía Rousseau, allá en el siglo XVIII, que la voluntad humana no podía ser representada por otro hombre o mujer que no fuera su propio depositario. Las ideas de Rousseau, resucitadas por los indignados de la Plaza del Pilar, se mantienen vigentes en algunos aspectos, mientras que en otros, a mi parecer, han quedado desfasadas. En cualquier caso, Rousseau acierta aquí en lo esencial. La voluntad es única: existen voluntades fuertes, dóciles, colectivas, egoístas, ambiciosas, pasivas, rebeldes… pero cada ser humano es dueño de su propia voluntad inviolable.

La voluntad no se vende ni se entrega a otros; se puede, eso sí, renunciar a ella, del mismo modo que se renuncia a un sueño o a un amor por creerlos imposibles. Pero yo no le entrego mi voluntad (ni mi alma, que, de existir, allí reside) a un político, ni a un santo ni a un padre ni a un amigo. Porque el patrimonio más importante del ser humano no se encuentra en el banco ni en su vivienda, sino en su voluntad de querer hacer algo, de desprenderse de sí mismo o reivindicarse cada día, en cada palabra y en cada acto de su existencia.

Por ello aplaudo la explosión de voluntades congregadas en las plazas españolas. Yo no acampo, pero les miro y veo algo puro que late en ellos y que no debe cesar nunca.

6 comentarios:

  1. Cuando la voluntad es esa fuerza provocada en la consciencia de saber, ya lo creo que es imprescindible para vivir y para convivir. Sin esa voluntad es difícil hacer algo. Más todavía, cuando esa voluntad coincide con gran cantidad de voluntades y se reúnen y se suman -como es el caso, según parece, de lo que está sucediendo en España-, la consecuencia puede alcanzar enormes proporciones de distinta índole.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  2. Así es, Bocanegra. No sé qué consecuencias tendrán las protestas (a corto plazo probablemente ninguna), pero sí demuestran que es necesario reformar el sistema político. Además es interesante que se hayan organizado a través de internet: la red de redes nos hace más libres y refuerza las posibilidades de aunar voluntades en pos de objetivos comunes.

    ResponderEliminar
  3. Hay otro concepto de Rousseau que parece estar detrás de este movimiento:la voluntad general. Es difícil de conseguir porque supone respetar al individuo y a la vez llegar a un proyecto común. Al final puede acabar en un látigo para obligar al hombre a caer bajo lo que la sociedad diga. Espero que esto no se dé en este movimiento, que apoyo y sigo. Buena reflexión a mi parecer Carlos, hay que ir aportando ideas como esta. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. Hola Sergio, tus palabras son bienvenidas. Ciertamente es difícil lograr un equilibrio entre un sistema comunista, que anula al individuo, y un sistema capitalista extremo, que anula al colectivo. Pero la única forma de buscar ese equilibrio es conversando y reflexionando en común sobre ello, como están haciendo los indignados. Por ello también tienen mi apoyo.
    Un abrazo, poeta.

    ResponderEliminar
  5. La voluntad de poder es algo que siempre nos lleva a un camino elegido por nosotros mismos. He estado en alguna de estás plazas, pero con el tiempo se está desintegrando esta unidad, porqué hay descoordinación e incluso demasiados desacuerdos en hacer ciertas acciones, pero al menos ha sido algo muy humano y me gustó poder decir lo que pensaba delante de una plaza llena de desconocidos e intercambiar opiniones. No sé a donde nos llevará todo este movimiento, pero al menos ha sido enriquecedor. Sobre la política actual, hay una frase de Nietzsche que me encanta: ¡Oh hermanos míos, hay mucha sabiduría en el hecho de que exista mucha mierda en el mundo!

    Interesante blog.
    Un saludo desde Luz y Penumbra!!! :)

    ResponderEliminar
  6. Gracias por tu valioso comentario. Veo que, al igual que en mi caso, Nietzsche es una referencia para ti. No conocía esa frase del filósofo alemán, pero es verdad que, como sociedad, debemos valorar nuestra propia inmundicia si algún día queremos limpiarla.
    Saludos

    ResponderEliminar