sábado, 12 de marzo de 2011

La naturaleza sabía




Es tan grande el mar, y tan pequeño el cuadrilátero donde el pez se bate en retirada por la libertad. Es tan estrecha la jaula que cercena las alas sobrecogidas del ave, cuyo cielo ser infinito debiera. Me dan pena los conejos que no se reproducen sino con las lágrimas de su impotencia. ¿Y qué hay de los gatos, anarquistas natos asesinados por los caprichos humanos? Esa mirada triste de los árboles y los animales no les vino por su madre impuesta. Envejecida ya de tanto parto, la naturaleza confió a mujeres y hombres el cuidado de sus retoños. ¡Qué malos hemos sido como madrastras y padrastros! No creo que la libertad del ser humano sea tan grande como para empañar todas las otras libertades. No creo que nuestro estómago borracho sea tan grande como para engullir todo un planeta. Pero, ¿quién sabe? ¿Quién sabía…?

2 comentarios:

  1. Carlos: me encanta tu visión de la vida. Si todos fueran así, cuántos problemas nos ahorraríamos. Felicitaciones por ser uno de los pocos que descubrieron estar vivos. Un saludo.

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  2. Muchas gracias por esas palabras que no creo merecer, Óscar. Un abrazo.

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